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  1. Hace 6 horas · En 1754, Carlos VII de Nápoles (luego Carlos III de España) donó a los franciscanos de Jerusalén este baldaquino, que se colocaba sobre el altar durante las fiestas solemnes. La pieza, de 1,75 m de altura y decorada con una rica pedrería (esmeraldas, zafiros, rubíes, etc.), lleva en la cúspide una corona real semejante a la que el monarca lució en 1735.