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  1. bibliotecadigital.ilce.edu.mx › CuentosMas › GatoBotasEL GATO CON BOTAS - ILCE

    El Marqués de Carabás hizo lo que su gato le aconsejó, sin saber de qué serviría. Mientras se estaba bañando, el rey pasó por ahí, y el gato se puso a gritar con todas sus fuerzas: —¡Socorro, socorro! ¡El señor Marqués de Carabás se está ahogando! Al oír el grito, el rey asomó la cabeza por la portezuela y reconociendo al gato,

  2. Escuchar cuento. Cuento de El Gato con Botas: adaptación del cuento de los Hermanos Grimm. Érase una vez un molinero que tenía tres hijos. El hombre era muy pobre y casi no tenía bienes para dejarles en herencia. Al hijo mayor le legó su viejo molino, al mediano un asno y al pequeño, un gato.

  3. El gato con botas para leer y escuchar en Árbol ABC. El cuento del gato con botas es un cuento clásico que adaptamos para niños.

  4. www.cuentoscortos.com › cuentos-clasicos › el-gato-con-botasEl gato con botas - Cuentos Cortos

    El gato con botas. Había una vez un molinero pobre que cuando murió sólo pudo dejar a sus hijos por herencia el molino, un asno y un gato. En el reparto el molino fue para el mayor, el asno para el segundo y el gato para el más pequeño. Éste último se lamentó de su suerte en cuanto supo cuál era su parte. - ¿Y ahora qué haré?

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  5. Resumen. Un pobre molinero fallece dejando como única herencia al pequeño de sus hijos un gato. El joven decide quedarse con él y éste le promete que si confía en él y le consigue un par de botas y un saco, saldrán de la pobreza. El astuto gato se hace pasar por siervo de un gran marqués impresionando con sus regalos al rey.

  6. 17 de sept. de 2013 · Puede utilizar este cuento para leerlo a sus alumnos y utilizarlo para mejorar la lectura o recurso de estudio en su salón. El cuento de El Gato con Botas esta en español y es de solo una hoja en formato PDF y listo para imprimir gratis. Utiliza el enlace abajo para descargar o imprimir.

  7. EL GATO CON BOTAS. Un molinero dejó como única herencia a sus tres hijos, su molino, su burro y su gato. El reparto fue bien simple: no se necesitó llamar ni al abogado ni al notario. Habrían consumido todo el pobre patrimonio. El mayor recibió el molino, el segundo se quedó con el burro, y al menor le tocó sólo el gato.