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  1. 30 de abr. de 2021 · Descargar La Letra Escarlata gratis en formato PDF y EPUB. Descargar La Letra Escarlata, de Nathaniel Hawthorne para kindle, tablet, IPAD, PC o teléfono móvil.

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    • Maximina

      —¿Tiene gana de ver á Maximina? —¡Vaya! Era la hora del...

  2. 26 de abr. de 2022 · Descargar La letra escarlata en PDF, ePUB o MOBI. La letra escarlata de Nathaniel Hawthorne. Gratis, sin registro y de forma legal 👌

  3. La Letra Escarlata es una obra maestra literaria de Nathaniel Hawthorne que cautiva con su intrigante historia de amor, pecado y redención. Descarga y lee «La Letra Escarlata» en formato PDF gratis. Sumérgete en las páginas de esta obra clásica y déjate envolver por su prosa cautivadora.

  4. web.seducoahuila.gob.mx › la_letra_escarlataLa Letra Escarlata

    • I. LA PUERTA DE LA PRISIÓN
    • II. LA PLAZA DEL MERCADO
    • El sombrío alguacil hizo una señal con la vara.
    • III. EL RECONOCIMIENTO
    • IV. LA ENTREVISTA
    • —¿Por qué quieres que así sea? —preguntó Hester rechazando, no sabía bien por qué, estos lazos secretos—. ¿Por qué no te presentas abiertamente y me repudias de una vez?
    • V. HESTER BORDANDO
    • VI. PEARL
    • VII. LA MANSIÓN DEL GOBERNADOR
    • Al entrar dentro de los límites del poblado, los hijos de los puritanos dejaron sus juegos —o lo que hacía las veces de juegos para aquellos sombríos granujillas— para mirarlas y se dirigieron solemnemente la palabra unos a otros:
    • VIII. LA NIÑA-DUENDE Y EL PASTOR
    • IX. EL GALENO
    • X. EL GALENO Y EL PACIENTE
    • XI. EL INTERIOR DE UN CORAZÓN
    • XII. LA VIGILIA
    • —Pero ¿me lo prometes? —preguntó Pearl—. ¿Me prometes que mañana al mediodía nos cogerás de la mano a mi madre y a mí?
    • —¿En qué ocasión? —insistió la niña.
    • —El doctor Dimmesdale —dijo la pequeña Pearl—, yo puedo decirte quién es.
    • —¿Ahora te burlas de mí? —dijo el clérigo.
    • XIII. OTRO ASPECTO DE HESTER
    • XIV. HESTER Y EL MÉDICO
    • —Querría hablar unas palabras con usted —dijo ella— sobre algo muy importante para nosotros.
    • —¡Más le habría valido morirse entonces! —insistió Hester Prynne.
    • —Creo que sí —dijo el galeno—. Y ahora dime: ¿qué quieres de mí en lo que respecta a ese hombre?
    • XV. HESTER Y PEARL
    • —¿Sabes tú, niña, por qué tu madre lleva esta letra?
    • XVI. UN PASEO POR EL BOSQUE
    • —¡Mira! —respondió Hester, sonriente—, ahora puedo adelantar la mano y coger un poco de luz.
    • XVII. EL PASTOR Y SU FELIGRESA
    • —¿La has encontrado tú? —preguntó ella.
    • —La gente te venera —dijo Hester—. Y la verdad es que te desvelas por tu congregación. ¿No te produce eso ningún alivio? ¿No te consuela?
    • —¡Sería para mí peor que la muerte! —replicó el clérigo—. Pero ¿cómo evitarlo? ¿Qué puedo hacer? ¿Recostarme nuevamente sobre estas hojas marchitas, donde me desplomé cuando me dijiste quién era? ¿Hundirme en ellas para morir ahora mismo?
    • XVIII. UN RAYO DE LUZ
    • XIX. LA NIÑA JUNTO AL ARROYO
    • —¡Ven tú a cogerla! —contestó Pearl.
    • —¿Por qué está sentado allí el pastor? —preguntó Pearl.
    • —¿Y siempre tendrá la mano sobre su corazón? —preguntó Pearl.
    • XX. LAS DUDAS DEL PASTOR
    • XXI. DÍA DE FIESTA EN NUEVA INGLATERRA
    • XXII. LA PROCESIÓN
    • XXIII. LA REVELACIÓN DE LA LETRA ESCARLATA
    • XXIV. CONCLUSIÓN

    Una multitud de hombres barbudos, vestidos de colores sombríos y llevando sombreros grises puntiagudos como agujas de campanario, junto a algunas mujeres con capuchas sobre la cabeza y otras sin sombrero, estaba congregada frente a un edificio de madera cuya puerta era de grueso roble tachonado con clavos de hierro. Los fundadores de una nueva colo...

    En la calle de la Prisión, en el prado frente a ésta, una mañana de verano de hace no menos de dos siglos, se hallaban reunidos gran parte de los habitantes de Boston, todos con los ojos fijos en la puerta de roble tachoneada de clavos de hierro. En cualquier otro pueblo, o más tarde en la historia de Nueva Inglaterra, la sombría rigidez que endure...

    —¡Dejad paso, buena gente, dejad paso en nombre de la ley! —gritó—. Abrid camino, y yo os prometo que la señora Prynne será colocada donde hombres, mujeres y niños puedan contemplar sus audaces vestiduras desde este momento hasta una hora pasado el mediodía. ¡Bendita sea la colonia de Massachusetts, donde la iniquidad es revelada públicamente y exp...

    De esta intensa sensación de ser objeto de la universal y severa curiosidad, la portadora de la letra escarlata se sintió por fin aliviada al descubrir, entre los más alejados del grupo, a un personaje que tomó posesión irresistiblemente de su pensamiento. Había allí un indio vestido con su traje típico, pero los pieles rojas no eran visitantes poc...

    Después de su vuelta a la prisión, Hester Prynne se encontraba en tal estado de excitación nerviosa, que fue preciso mantenerla bajo constante vigilancia para evitar que cometiera algún acto de violencia contra sí misma o, medio enloquecida, dañara a la pobre criatura. Al llegar la noche, habiendo resultado inútiles las tentativas de dominar su ins...

    —Podría ser —contestó él— porque no quiero sufrir la deshonra que recae sobre el marido de una mujer infiel. Basta ya; es mi propósito vivir y morir desconocido. Deja, pues, que tu marido sea para el mundo un hombre muerto, de quien nunca más se tendrá noticia. ¡No me reconozcas jamás, ni de palabra, ni con un gesto, ni con una mirada! No menciones...

    Los días de cárcel de Hester Prynne se acercaron a su término. La puerta de la prisión fue abierta de par en par y ella salió al sol luminoso, que, aunque brillaba igual sobre todos, le parecía a su pobre corazón enfermo no tener otro fin que el de hacer resaltar la letra escarlata sobre su pecho. Quizá sus primeros pasos sin escolta, al salir de l...

    Hasta ahora apenas hemos hablado de la niña, esa pequeña criatura cuya inocente vida había brotado por algún inescrutable designio de la Providencia, como una flor hermosa e inmortal, de la fértil exuberancia de una pasión culpable. ¡Qué extraño le parecía esto a la triste madre, cuando observaba cómo crecía y contemplaba su belleza, que de día en ...

    Un día Hester Prynne fue a la mansión del gobernador Bellingham llevando un par de guantes que había bordado por encargo suyo y que éste necesitaba para lucir en una importante ceremonia oficial; pues, aunque las contingencias de una elección popular habían forzado a este antiguo gobernante a descender uno o dos grados desde el más alto rango, cons...

    —Mirad, mirad: allí está la mujer con la letra escarlata; y, realmente, allí está también la imagen de la letra escarlata brincando a su lado. ¡Vamos a tirarles barro! Pero la pequeña Pearl, que era una criatura indómita, frunció el ceño, dio unas patadas en el suelo, sacudió sus manecitas con gestos amenazadores y de pronto se abalanzó contra sus ...

    El gobernador Bellingham, vestido con una amplia bata y un gorro casero —como gustan usar los caballeros de edad cuando están en la intimidad de sus hogares—, caminaba delante de todos y parecía estar enseñándoles sus dominios y explicándoles sus proyectos de mejoras. La amplia circunferencia de una elaborada gola, bajo su barba gris, al antiguo es...

    Bajo el nombre de Roger Chillingworth, como recordará el lector, se escondía otro nombre cuyo antiguo dueño había decidido que no sería pronunciado nunca más. Se ha relatado cómo, entre la muchedumbre que contemplaba la humillante exhibición de Hester Prynne, había un hombre ya mayor, agotado por los viajes, que recién llegado de las peligrosas tie...

    El viejo Roger Chillingworth fue durante toda su vida hombre de temperamento tranquilo y bondadoso, aunque no de cálidos afectos. Pero siempre, en todas sus relaciones con el mundo, un caballero puro y recto. Empezaba la presente investigación, según se imaginaba él, con la severa y ecuánime integridad de un juez que sólo desea descubrir la verdad,...

    Después del incidente recién narrado, las relaciones entre el clérigo y el médico, aunque en la superficie parecían mantenerse sin cambios, adquirieron un carácter diferente al que hasta entonces habían tenido. La inteligencia de Roger Chillingworth veía ahora ante sí un camino muy claro. No era precisamente el que había pensado seguir. Aunque de a...

    Caminando como un sonámbulo bajo el velo del sueño, Arthur Dimmesdale llegó al sitio donde mucho tiempo atrás Hester Prynne pasó las primeras horas de su vergüenza y público castigo. Era la misma plataforma o cadalso, negro y manchado por el sol y las tormentas de siete largos años, aún más gastado que antes por las pisadas de los reos que desde en...

    —No; mañana no, Pearl —dijo el pastor—. ¡Lo haré sin falta en otra ocasión!

    —¡En el gran día del juicio final! —susurró el clérigo; y, extrañamente, la sensación de que su profesión le obligaba a enseñar la verdad lo impulsó a hablar así a la niña—. Allí y entonces, ante el tribunal del juicio final, tu madre y tú, y yo, estaremos juntos. ¡Pero la luz meridiana de este mundo no verá nuestro encuentro! Pearl se echó a reír ...

    —¡Dímelo pronto, pequeña! —suplicó el clérigo, inclinándose para poner su rostro lo más cerca posible de sus labios—. ¡Deprisa y lo más bajo que puedas! Pearl musitó en su oído algo que se parecía al lenguaje humano pero que sólo era la jerigonza que usan los niños para divertirse cuando están juntos. En todo caso, si daba alguna información secret...

    —¡No tuviste valor! ¡No fuiste leal! —contestó la niña—. ¡No quisiste prometer que cogerías mi mano, y la de mi madre, mañana al mediodía! —¡Apreciable señor! —dijo el médico, que había avanzado hasta llegar al pie de la plataforma—. ¡Piadoso doctor Dimmesdale! ¿Es posible que sea usted? Bueno, bueno; realmente, ¡no sé qué decir! Nosotros, los estu...

    En la última entrevista, por cierto muy singular, que tuvo Hester con Arthur Dimmesdale, ella quedó muy impresionada por el estado de salud del clérigo. Su vitalidad parecía estar completamente agotada. Su energía, reducida hasta ser, en su estado de debilidad, inferior a la de un niño, daba la impresión de arrastrarse por el suelo, aun cuando sus ...

    Hester mandó a la pequeña Pearl que fuera a jugar con las caracolas y algas a la orilla del mar hasta que ella hubiese terminado de hablar con el señor que recogía hierbas más allá. Entonces la niña se alejó veloz como un pajarillo y, descalzándose, se puso a corretear por la húmeda arena de la playa. De vez en cuando se detenía y observaba con cur...

    —¡Ajá! ¿De modo que la señora Hester tiene algo que decir al viejo Roger Chillingworth? —respondió él, incorporándose—. ¡Encantado! ¡Si no oigo más que hablar bien de usted por todos lados, señora mía! Ayer, sin ir más lejos, un magistrado, hombre sabio y virtuoso, hablaba de usted, señora Hester, y me comentó que trataron de sus asuntos en el Cons...

    —¡Sí, mujer, tiene usted razón! —gritó Roger Chillingworth, mientras el cárdeno fuego de su corazón le brillaba en los ojos—. ¡Más le habría valido morirse inmediatamente! Jamás mortal alguno sufrió lo que este hombre ha sufrido. ¡Y todo el tiempo ante los ojos de su peor enemigo! Él ha sentido mi presencia, ha sentido el peso de una influencia pod...

    —Debo revelarle el secreto —contestó Hester con firmeza—. Debe saber quién eres. No sé qué pasará. Pero yo le debo una vieja deuda de lealtad. He sido su ruina y su perdición, y debo pagarla. En cuanto a la pérdida o conservación de su buen nombre y su posición en el mundo, e incluso quizá su propia vida, eso está en tus manos. Yo, a quien la letra...

    De esta manera, Roger Chillingworth —un anciano deforme cuyo rostro duraba en el recuerdo de los hombres— se despidió de Hester Prynne y continuó, encorvado, recorriendo el terreno. Recogía alguna hierba aquí y allá o arrancaba alguna raíz, poniéndolas luego en la cesta que llevaba en el brazo. Su barba gris casi rozaba el suelo conforme avanzaba p...

    —¡Claro que lo sé! —contestó Pearl, mirando a su madre con picardía—. ¡Por el mismo motivo por el cual el pastor se pone la mano sobre el corazón! —¿Y qué motivo es ése? —preguntó Hester, sonriendo ante la absurda incongruencia de la observación de la niña, pero palideciendo al recapacitar—. ¿Qué tiene que ver la letra con otro corazón fuera del mí...

    Luego de muchos días, cuando hubo pasado un tiempo suficiente como para que la gente ordenara sus pensamientos en lo que se refiere a la escena anterior, corrió más de una versión sobre lo que había sucedido sobre el cadalso. La mayoría de los espectadores daban el testimonio de haber visto una letra escarlata, exacta a la que llevaba Hester Prynne...

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  5. 20 de oct. de 2017 · La Letra Escarlata (The Scarlet Letter) es una novela de Nathaniel Hawthorne publicada en 1850 y considerada su obra cumbre. Está ambientada en la puritana Nueva Inglaterra de principios del siglo XVII, y relata la historia de Hester Prynne, una mujer acusada de adulterio y condenada a llevar en su pecho una letra «A», de adúltera.

  6. Este ebook gratuito del libro de Nathaniel Hawthorne «La Letra Escarlata» en formato PDF se puede leer desde cualquier dispositivo: ordenadores, tablets y smartphones. PDF es el formato idóneo para leer desde el ordenador y para imprimir el texto en papel.

  7. Relata la historia de Hester Prynne, una mujer acusada de adulterio y condenada a llevar en su pecho una letra "A", de adúltera, que la marque. Ella no revela la identidad del padre de su hija, y trata de vivir con dignidad en una sociedad injusta e hipócrita.