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Los cuatro o cinco elementos de la naturaleza —habitualmente, el agua, la tierra, el fuego y el aire, a los que suele añadirse la quintaesencia o éter— eran, para muchas doctrinas antiguas, los constituyentes básicos de la materia y explicaban el comportamiento del mundo físico.
La importancia de la teoría de los cuatro elementos radica en que fueron considerados el origen de todo y se creía que la combinación de ellos dio lugar a la existencia del ser humano y al desarrollo de las civilizaciones.
Los cuatro elementos. Las filosofías antíguas, principalmente las herméticas, tenían conceptuada la vida en su nivel material más cercano a los seres ‘llamados’ vivos, como una composición y mezcla de los cuatro elementos básicos conocidos en la naturaleza.
Esta definición aristotélica de los cuatro elementos ha influido durante mucho tiempo en las prácticas agrícolas: se asociaban a las cuatro partes principales de una planta: la tierra con las raíces, el agua con las hojas, el aire con las flores y el fuego con el fruto.
La teoría de los 4 elementos y su impacto actual en ciencia y cultura. La teoría de los 4 elementos es una creencia que se originó en la antigua Grecia. Esta teoría sostiene que todo lo que existe está compuesto de cuatro elementos básicos: tierra, aire, fuego y agua.
Empédocles, un filósofo presocrático griego que vivió en el siglo V a.C., propuso que todos los objetos y sustancias estaban compuestos por combinaciones de cuatro elementos fundamentales: tierra, agua, aire y fuego. Estos elementos eran considerados como principios básicos y eternos que explicaban la diversidad y los cambios en el universo.