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La Catequesis del Buen Pastor es considerada por muchos, dentro del mundo catequístico de la Iglesia, como una inspiración del siglo veinte que presenta un gran aporte a la catequesis en la Iglesia del tercer milenio, y es considerada como “un don para la Iglesia”.
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Jesús, "el Buen Pastor" (Jn 10, 11) confirmó este encargo después de su resurrección: "Apacienta mis ovejas" (Jn 21, 15-17). El poder de "atar y desatar" significa la autoridad para absolver los pecados, pronunciar sentencias doctrinales y tomar decisiones disciplinares en la Iglesia.
La Catequesis del Buen Pastor está basada en los estudios realizados por María Montessori sobre la relación del niño con Dios. Sofía Cavalleti y Gianna Gobbi, contemporáneas de María Montessori, se basan en su método y desarrollan la Catequesis del Buen Pastor en el año de 1954.
Jesús vuelve a dar esperanzas al decir que es Él, el buen pastor porque «conoce a sus ovejas y ellas lo conocen», ser Catequista que conoce a cada chico, su realidad, sus sueños, sus preocupaciones, hace que realmente seas un buen pastor, una buena pastora.
Aunque son pastores humanos quien es gobiernan a las ovejas, sin embargo es Cristo mismo el que sin cesar las guía y alimenta; Él, el Buen Pastor y Cabeza de los pastores (cf. Jn 10, 11; 1 P 5, 4), que dio su vida por las ovejas (cf. Jn 10, 11-15)". ( LG 6) 755 "La Iglesia es labranza o campo de Dios ( 1 Co 3, 9).
El buen pastor da su vida por sus ovejas". Sólo Dios es el pastor supremo del pueblo. El cuidado de sus fieles no se reduce a guiar, hablar y enseñar, sino que llega a dar la propia vida.
La figura de buen Pastor con la cual Jesús se identifica puede ayudarnos a descubrir rasgos poco explorados de nuestra vocación catequística. Para un pueblo acostumbrado a la vida rural, como era el israelita, la imagen del pastor se asociaba fácilmente a una serie de tareas, rutinas, preocupaciones y cuidados propios de su oficio.