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  1. El comercio bizantino fue fundamental para la economía del Imperio Bizantino y su influencia económica se extendió a través de Europa y Oriente Medio. Los productos comerciales bizantinos eran extremadamente valorados en todo el mundo, especialmente la seda, el vino y los metales preciosos.

    • Información general
    • Vocación de la economía del Imperio bizantino
    • Pilares de la economía del Imperio bizantino

    Entre los siglos IV y XV d.c, la economía del Imperio bizantino se erigió como un poderoso sistema basado en el dominio marítimo en el Mar Mediterráneo. Además, gracias a su localización geográfica, facilitaba la conexión entre los pueblos de Asia y Europa.

    Para poder realizar dicho control, el Imperio romano de oriente proveía de gran cantidad de barcos. Esta gran flota tenía un destacado peso a nivel tanto militar como logístico. Además de ello, conseguía conectar la capital Constantinopla con los principales puertos ubicados a lo largo y ancho del mar, uniendo posiciones tanto en Hispania como el norte de África.

    Dicha expansión territorial permitía a los diferentes puntos del Imperio oriental establecer importantes rutas de comercio y distribución. Como resultado, el Imperio ganó en diversidad y heterogeneidad en lo referente a productos comercializados.

    En ese sentido, se dice que la economía bizantina era la dominante en su marco histórico. Su capacidad de interconexión territorial y la variedad de los productos comercializados la colocó como un motor de avance social, político y económico.

    El Imperio romano de occidente basó su propia existencia en el constante crecimiento y el dominio de nuevos territorios. Es decir, al priorizar su expansión, precisaba de elementos de financiación y una fuerte estructura económica que lo pudiera costear.

    Los dirigentes bizantinos –con especial relevancia del emperador Justiniano– pretendían alcanzar la antigua gloria de Roma y reunir sus antiguas conquistas. Por ello –y con una marcada vocación intervencionista– acometieron importantes misiones militares y de reconquista en distintos puntos del Mar Mediterráneo.

    Destacando la importancia del comercio textil y la agricultura, el sistema económico de los bizantinos tenía en cuenta su gran extensión y la diversidad de sus pueblos.

    Así, el Imperio romano de oriente basó su funcionamiento económico en una serie de puntos clave a destacar:

    •Actividades de carácter agropecuario: La agricultura era predominantes gracias a la cantidad y diversidad de tierras pertenecientes al Imperio. Los principales productos eran los cereales y multitud de frutos.

    •Incipiente poder textil: El desarrollo técnico y científico ayudó a crear una incipiente fuerza industrial. Ejemplo de ello es la evolución en el tratamiento textil y la comercialización de bienes como el algodón y la seda.

    •Desarrollo de la artesanía: En los grandes núcleos de población se crearon talleres y pequeños productores. Compartían sus productos en mercados y grandes bazares.

    •Control del Mar Mediterráneo: Traducible en una destacada red de mercados de intercambio cultural y de productos diversos.

  2. En resumen, Constantinopla fue un punto clave para el comercio bizantino gracias a su ubicación estratégica en el cruce de Asia y Europa, lo que permitió al Imperio Bizantino ejercer un gran control sobre las rutas comerciales terrestres y marítimas.

  3. Uno de los fundamentos económicos del imperio fue el comercio y el cultivo de grano. Constantinopla estaba ubicada en importantes rutas comerciales de este a oeste y de norte a sur. Trebizonda era un puerto importante para el comercio oriental.

  4. La economía en el Imperio Bizantino tuvo un papel fundamental en el desarrollo y la estabilidad del mundo medieval. El comercio, la moneda, la agricultura, la ganadería, la industria, la artesanía y la ciudad de Constantinopla fueron los principales pilares en los que se sustentó el sistema económico de la época.

  5. El comercio bizantino por esta ruta desapareció cuando en el siglo VII se perdieron las provincias meridionales del Imperio. El comercio bizantino entró en decadencia durante los siglos XI y XII, a causa de las ruinosas concesiones que se hicieron a Venecia, y, en menor medida, a Génova y a Pisa.