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7 de abr. de 2021 · Bajo la influencia del pensamiento romántico, el siglo XIX vio el nacimiento de diversos estados que aspiraban a unir a sus respectivas naciones. Uno de estos fue Alemania, que de una miríada de pequeñas soberanías se convirtió en un poderoso imperio.
La historia de Alemania en el siglo XIX estuvo marcada por la unificación, industrialización, crecimiento económico, nacionalismo, liberalismo y conflictos como las guerras napoleónicas y la Primera Guerra Mundial.
El concepto de una Alemania unificada nació a la par del auge del nacionalismo en la mitad del siglo XIX. El principal debate en este periodo fue la llamada Cuestión alemana, que determinaría el futuro de la nación y el Estado que la lideraría (Prusia o Austria).
La unificación de Alemania fue un proceso histórico que tuvo lugar en la segunda mitad del siglo XIX en Europa Central y que culminó con la creación del Imperio alemán el 18 de enero de 1871 reuniendo diversos estados hasta entonces independientes, como Prusia, Baviera, o Sajonia.
Hasta mediados del siglo XIX, Alemania no se había constituido como una nación unificada, sino un conjunto de 39 estados independientes que formaban la llamada Confederación Germánica.
La unificación alemana fue un proceso histórico que sucedió durante la segunda mitad del siglo XIX en Europa Central el cual culminó con la formación del Imperio Alemán el 18 de enero de 1871.
En el siglo XIX, los numerosos hornos fabriles y el abundante humo que expulsaban las chimeneas de las fundiciones y fábricas de maquinaria allí asentadas hicieron que un sector del arrabal de Oranienburg fuera conocido como "Feuerland" ("Tierra del Fuego").
