Yahoo Search Búsqueda en la Web

Resultado de búsqueda

  1. Gustavo Adolfo Bécquer Prólogo de la primera edición Confieso que he echado sobre mis hombros una tarea superior a mis fuerzas. En vano he retardado el momento. La edición está ya terminada; todo el mundo ha cumplido con el deber que impuso una admiración unánime, y las páginas que siguen, donde se contiene todo lo que

    • INTRODUCCIÓN
    • - II -
    • - III -
    • - VII -
    • - XI -
    • - XII -
    • - XIV -
    • - XV -
    • - XVI -
    • - XVII -
    • - XVIII -
    • - XIX -
    • - XX -
    • - XXI -
    • - XXII -
    • - XXVII -
    • - XXVIII -
    • - XXX -
    • - XXXV -
    • - XXXVI -
    • - XXXVII -
    • - XXXVIII -
    • - XXXIX -
    • - XL -
    • - XLIII -
    • - XLIV -
    • - XLV -
    • - XLVI -
    • - XLVII -
    • - LV -
    • - LVI -
    • - LVII -
    • - LVIII -
    • - LIX -
    • - LXI -
    • - LXIII -
    • - LXVI -
    • - LXX -
    • - LXXI -
    • - LXXII -
    • - LXXIII -
    • - LXXV -

    Por los tenebrosos rincones de mi cerebro, acurrucados y desnudos, duermen los extravagantes hijos de mi fantasía, esperando en silencio que el arte los vista de la palabra para poderse presentar decentes en la escena del mundo. Fecunda, como el lecho de amor de la miseria, y parecida a esos padres que engendran más hijos de los que pueden alimenta...

    Saeta que voladora cruza, arrojada al azar, sin adivinarse dónde temblando se clavará; hoja que del árbol seca arrebata el vendaval, sin que nadie acierte el surco donde a caer volverá; gigante ola que el viento riza y empuja en el mar, y rueda y pasa, y no sabe qué playas buscando va; luz que en cercos temblorosos brilla, próxima a expirar, ignorá...

    Sacudimiento extraño que agita las ideas, como el huracán empuja las olas en tropel; murmullo que en el alma se eleva y va creciendo, como volcán que sordo anuncia que va a arder; deformes siluetas de seres imposibles; paisajes que aparecen como a través de un tul; colores, que fundiéndose remedan en el aire los átomos del iris, que nadan en la luz...

    Del salón en el ángulo oscuro, de su dueño tal vez olvidada, silenciosa y cubierta de polvo veíase el arpa. ¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas, como el pájaro duerme en las ramas, esperando la mano de nieve que sabe arrancarlas! ¡Ay! -pensé-. ¡Cuántas veces el genio así duerme en el fondo del alma, una voz, como Lázaro, espera que le diga: «Levánta...

    -Yo soy ardiente, yo soy morena, yo soy el símbolo de la pasión; de ansia de goces mi alma está llena; ¿a mí me buscas? -No es a ti, no. -Mi frente es pálida; mis trenzas, de oro; puedo brindarte dichas sin fin; yo de ternura guardo un tesoro; ¿a mí me llamas? -No, no es a ti. -Yo soy un sueño, un imposible, vano fantasma de niebla y luz; soy incor...

    Porque son, niña, tus ojos verdes como el mar te quejas: verdes los tienen las náyades, verdes los tuvo Minerva verdes son las pupilas de las hurís del profeta. El verde es gala y ornato del bosque en la primavera. Entre sus siete colores brillante el iris lo ostenta. Las esmeraldas son verdes, verde el color del que espera las ondas del Océano el ...

    Te vi un punto, y, flotando ante mis ojos, la imagen de tus ojos se quedó como la mancha oscura, orlada en fuego, que flota y ciega si se mira al sol. Adondequiera que la vista fijo torno a ver sus pupilas llamear; mas no te encuentro a ti, que es tu mirada: unos ojos, los tuyos, nada más. De mi alcoba en el ángulo los miro desasidos fantásticos lu...

    Cendal flotante de leve bruma, rizada cinta de blanca espuma, rumor sonoro de arpa de oro, beso del aura, onda de luz, eso eres tú. Tú, sombra aérea, que cuantas veces voy a tocarte te desvaneces como la llama, como el sonido, como la niebla, como el gemido del lago azul. En mar sin playas onda sonante, en el vacío cometa errante, largo lamento del...

    Si al mecer las azules campanillas de tu balcón crees que suspirando pasa el viento murmurador, sabe que, oculto entre las verdes hojas, suspiro yo. Si al resonar confuso a tus espaldas vago rumor crees que por tu nombre te ha llamado lejana voz, sabe que, entre las sombras que te cercan, te llamo yo. Si te turba medroso en la alta noche tu corazón...

    Hoy la tierra y los cielos me sonríen; hoy llega al fondo de mi alma el sol; hoy la he visto..., la he visto y me ha mirado... ¡Hoy creo en Dios!

    Fatigada del baile, encendido el color, breve el aliento, apoyada en mi brazo, del salón se detuvo en un extremo. Entre la leve gasa que levanta el palpitante seno una flor se mecía en compasado y dulce movimiento. Como en cuna de nácar que empuja el mar y que acaricia el céfiro, tal vez allí dormía al soplo de sus labios entreabiertos. ¡Oh! ¿Quién...

    Cuando sobre el pecho inclinas la melancólica frente, una azucena tronchada me pareces. Porque al darte la pureza de que es símbolo celeste, como a ella te hizo Dios: de oro y nieve.

    Sabe, si alguna vez tus labios rojos quema invisible atmósfera abrasada, que el alma que hablar puede con los ojos también puede besar con la mirada.

    -¿Qué es poesía? -dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul-. ¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas? Poesía... eres tú.

    ¿Cómo vive esa rosa que has prendido junto a tu corazón? Nunca hasta ahora contemplé en la tierra sobre el volcán la flor. XXIII - Por una mirada, un mundo; Por una sonrisa, un cielo; por un beso... ¡yo no sé qué te diera por un beso! XXIV - Dos rojas lenguas de fuego que a un mismo tronco enlazadas se aproximan y al besarse forman una sola llama; ...

    Despierta, tiemblo al mirarte; dormida, me atrevo a verte; por eso, alma de mi alma, yo velo mientras tú duermes. Despierta, ríes, y al reír, tus labios inquietos me parecen relámpagos de grana que serpean sobre un cielo de nieve. Dormida, los extremos de tu boca pliega sonrisa leve, suave como el rastro luminoso que deja un sol que muere. -¡Duerme...

    Cuando entre la sombra oscura perdida una voz murmura turbando su triste calma, si en el fondo de mi alma la oigo dulce resonar, dime: ¿es que el viento en sus giros se queja, o que tus suspiros me hablan de amor al pasar? Cuando el sol en mi ventana rojo brilla la mañana mi amor tu sombra evoca, si en mi boca de otra boca sentir creo la impresión,...

    Asomaba a sus ojos una lágrima a mi labio una frase de perdón; habló el orgullo y se enjugó su llanto la frase en mis labios expiró. Yo voy por un camino, ella por otro; pero al pensar en nuestro mutuo amor, yo digo aún: «¿Por qué callé aquel día?» Y ella dirá: «¿Por qué no lloré yo?» XXXI - Nuestra pasión fue un trágico sainete en cuya absurda fáb...

    ¡No me admiró tu olvido! Aunque de un día me admiró tu cariño mucho más, porque lo que hay en mí que vale algo, eso... ¡ni lo pudiste sospechar!

    Si de nuestros agravios en un libro se escribiese la historia, y se borrase en nuestras almas cuanto se borrase en sus hojas, te quiero tanto aún, dejó en mi pecho tu amor huellas tan hondas, que sólo con que tú borrases una ¡las borraba yo todas!

    Antes que tú me moriré escondido; en las entrañas ya el hierro llevo con que abrió tu mano la ancha herida mortal. Antes que tú me moriré, y mi espíritu, en su empeño tenaz, sentándose a las puertas de la muerte, allí te esperará. Con las horas los días, con los días los años volarán, y a aquella puerta llamarás al cabo... ¿Quién deja de llamar? En...

    Los suspiros son aire y van al aire. Las lágrimas son agua y van al mar. Dime, mujer: cuando el amor se olvida, ¿sabes tú adónde va?

    ¿A qué me lo dices? Lo sé: es mudable, es altanera y vana y caprichosa, antes que el sentimiento de su alma brotará el agua de la estéril roca. Sé que en su corazón, nido de sierpes, no hay una fibra que al amor responda: que es una estatua inanimada...; pero... ¡es tan hermosa!

    Su mano entre mis manos, sus ojos en mis ojos, la amorosa cabeza apoyada en mi hombro. ¡Dios sabe cuántas veces, con paso perezoso, hemos vagado juntos, bajo los altos olmos que de su casa prestan misterio y sombra al pórtico! Y ayer... un año apenas, pasado como un soplo, con qué exquisita gracia, con qué admirable aplomo, me dijo al presentarnos ...

    Dejé la luz a un lado, y en el borde de la revuelta cama me senté, mudo, sombrío, la pupila inmóvil clavada en la pared. ¿Qué tiempo estuve así? No sé; al dejarme la embriaguez horrible del dolor, expiraba la luz, y en mis balcones reía el sol. Ni sé tampoco en tan terribles horas en qué pensaba y qué pasó por mí; sólo recuerdo que lloré y maldije,...

    Como en un libro abierto leo de tus pupilas en el fondo; ¿a qué fingir el labio risas que se desmienten con los ojos? ¡Llora! No te avergüences de confesar que me quisiste un poco. ¡Llora! Nadie nos mira. Ya ves; yo soy un hombre... ¡y también lloro!

    ¿Será verdad que cuando toca el sueño con sus dedos de rosa nuestros ojos de la cárcel que habita huye el espíritu en vuelo presuroso? ¿Será verdad que, huésped de las nieblas de la brisa nocturna al tenue soplo, alado sube a la región vacía encontrarse con otros? ¿Y allí, desnudo de la humana forma; allí, los lazos terrenales rotos, breves horas h...

    ¿Será verdad que cuando toca el sueño con sus dedos de rosa nuestros ojos de la cárcel que habita huye el espíritu en vuelo presuroso? ¿Será verdad que, huésped de las nieblas de la brisa nocturna al tenue soplo, alado sube a la región vacía encontrarse con otros? ¿Y allí, desnudo de la humana forma; allí, los lazos terrenales rotos, breves horas h...

    ¿Será verdad que cuando toca el sueño con sus dedos de rosa nuestros ojos de la cárcel que habita huye el espíritu en vuelo presuroso? ¿Será verdad que, huésped de las nieblas de la brisa nocturna al tenue soplo, alado sube a la región vacía encontrarse con otros? ¿Y allí, desnudo de la humana forma; allí, los lazos terrenales rotos, breves horas h...

    ¿Será verdad que cuando toca el sueño con sus dedos de rosa nuestros ojos de la cárcel que habita huye el espíritu en vuelo presuroso? ¿Será verdad que, huésped de las nieblas de la brisa nocturna al tenue soplo, alado sube a la región vacía encontrarse con otros? ¿Y allí, desnudo de la humana forma; allí, los lazos terrenales rotos, breves horas h...

    ¿Será verdad que cuando toca el sueño con sus dedos de rosa nuestros ojos de la cárcel que habita huye el espíritu en vuelo presuroso? ¿Será verdad que, huésped de las nieblas de la brisa nocturna al tenue soplo, alado sube a la región vacía encontrarse con otros? ¿Y allí, desnudo de la humana forma; allí, los lazos terrenales rotos, breves horas h...

    ¿Será verdad que cuando toca el sueño con sus dedos de rosa nuestros ojos de la cárcel que habita huye el espíritu en vuelo presuroso? ¿Será verdad que, huésped de las nieblas de la brisa nocturna al tenue soplo, alado sube a la región vacía encontrarse con otros? ¿Y allí, desnudo de la humana forma; allí, los lazos terrenales rotos, breves horas h...

    ¿Será verdad que cuando toca el sueño con sus dedos de rosa nuestros ojos de la cárcel que habita huye el espíritu en vuelo presuroso? ¿Será verdad que, huésped de las nieblas de la brisa nocturna al tenue soplo, alado sube a la región vacía encontrarse con otros? ¿Y allí, desnudo de la humana forma; allí, los lazos terrenales rotos, breves horas h...

    ¿Será verdad que cuando toca el sueño con sus dedos de rosa nuestros ojos de la cárcel que habita huye el espíritu en vuelo presuroso? ¿Será verdad que, huésped de las nieblas de la brisa nocturna al tenue soplo, alado sube a la región vacía encontrarse con otros? ¿Y allí, desnudo de la humana forma; allí, los lazos terrenales rotos, breves horas h...

    ¿Será verdad que cuando toca el sueño con sus dedos de rosa nuestros ojos de la cárcel que habita huye el espíritu en vuelo presuroso? ¿Será verdad que, huésped de las nieblas de la brisa nocturna al tenue soplo, alado sube a la región vacía encontrarse con otros? ¿Y allí, desnudo de la humana forma; allí, los lazos terrenales rotos, breves horas h...

    ¿Será verdad que cuando toca el sueño con sus dedos de rosa nuestros ojos de la cárcel que habita huye el espíritu en vuelo presuroso? ¿Será verdad que, huésped de las nieblas de la brisa nocturna al tenue soplo, alado sube a la región vacía encontrarse con otros? ¿Y allí, desnudo de la humana forma; allí, los lazos terrenales rotos, breves horas h...

    ¿Será verdad que cuando toca el sueño con sus dedos de rosa nuestros ojos de la cárcel que habita huye el espíritu en vuelo presuroso? ¿Será verdad que, huésped de las nieblas de la brisa nocturna al tenue soplo, alado sube a la región vacía encontrarse con otros? ¿Y allí, desnudo de la humana forma; allí, los lazos terrenales rotos, breves horas h...

    ¿Será verdad que cuando toca el sueño con sus dedos de rosa nuestros ojos de la cárcel que habita huye el espíritu en vuelo presuroso? ¿Será verdad que, huésped de las nieblas de la brisa nocturna al tenue soplo, alado sube a la región vacía encontrarse con otros? ¿Y allí, desnudo de la humana forma; allí, los lazos terrenales rotos, breves horas h...

    ¿Será verdad que cuando toca el sueño con sus dedos de rosa nuestros ojos de la cárcel que habita huye el espíritu en vuelo presuroso? ¿Será verdad que, huésped de las nieblas de la brisa nocturna al tenue soplo, alado sube a la región vacía encontrarse con otros? ¿Y allí, desnudo de la humana forma; allí, los lazos terrenales rotos, breves horas h...

    ¿Será verdad que cuando toca el sueño con sus dedos de rosa nuestros ojos de la cárcel que habita huye el espíritu en vuelo presuroso? ¿Será verdad que, huésped de las nieblas de la brisa nocturna al tenue soplo, alado sube a la región vacía encontrarse con otros? ¿Y allí, desnudo de la humana forma; allí, los lazos terrenales rotos, breves horas h...

    ¿Será verdad que cuando toca el sueño con sus dedos de rosa nuestros ojos de la cárcel que habita huye el espíritu en vuelo presuroso? ¿Será verdad que, huésped de las nieblas de la brisa nocturna al tenue soplo, alado sube a la región vacía encontrarse con otros? ¿Y allí, desnudo de la humana forma; allí, los lazos terrenales rotos, breves horas h...

    ¿Será verdad que cuando toca el sueño con sus dedos de rosa nuestros ojos de la cárcel que habita huye el espíritu en vuelo presuroso? ¿Será verdad que, huésped de las nieblas de la brisa nocturna al tenue soplo, alado sube a la región vacía encontrarse con otros? ¿Y allí, desnudo de la humana forma; allí, los lazos terrenales rotos, breves horas h...

  2. Gustavo Adolfo Bécquer Rimas y leyendas Índice Introducción Rimas Leyendas Maese Pérez el Organista Los ojos verdes El rayo de luna Tres fechas La rosa de pasión La promesa El Monte de las Ánimas El Miserere La Venta de los Gatos Índice alfabético ¿A qué me lo dices? Lo sé: es mudable, Al brillar un relámpago nacemos

    • Rimas y Leyendas. Bécquer publicó Rimas y leyendas en formato folletín o novela por entregas, en un margen de seis años, de 1858 a 1864, en varios periódicos madrileños de la época, como «El Contemporáneo», en el que ejerció como redactor, o la «Crónica de Ambos Mundos» y «La América».
    • Rimas. Rimas es el conjunto de poemas del escritor sevillano del ‘tardorromanticismo español’ que, reunido con ese título, fue publicado después de su muerte.
    • Desde mi celda. Desde mi celda o «Cartas desde mi celda» es una colección epistolar publicada en el diario madrileño El Contemporáneo a lo largo de 1864.
    • El monte de las ánimas. En Soria ha llegado el día de Todos los Santos y se cuenta una leyenda que tiene lugar en el llamado Monte de las Ánimas. Entre los Templarios, guerreros religiosos y los nobles de Castilla que contribuyeron a reconquistar la ciudad a los árabes, sucedió un conflicto de intereses, pues los primeros tenían acotado el monte donde reservaban caza, y los otros realizaron una batida en el coto.
  3. Obras de Gustavo Adolfo Bécquer. Al lector. Gustavo Adolfo Bécquer. Prólogo de la primera edición; Introducción. Leyendas. La creación. Poema indio; Maese Pérez el Organista. Los ojos verdes. La ajorca de oro. El caudillo de las manos rojas. Tradición india; El rayo de luna. La cruz del diablo. Tres fechas. El Cristo de la calavera. La ...

  4. Gustavo Adolfo Bécquer. Los ojos verdes. Hace mucho tiempo que tenía ganas de escribir cualquier cosa con este título. Hoy, que se me ha presentado ocasión, lo he puesto con letras grandes en la primera cuartilla de papel, y luego he dejado a capricho volar la pluma. Yo creo que he visto unos ojos como los que he pintado en esta leyenda.

  5. GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER LAS HOJAS SECAS El sol se había puesto: las nubes, que cruzaban hechas jirones sobre mi cabeza, iban a amontonarse unas sobre otras en el horizonte lejano. El viento frío de las tardes de otoño arremolinaba las hojas secas a mis pies. Yo estaba sentado al borde de un camino, por donde siempre vuelven menos de los que van.

  1. Otras búsquedas realizadas