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  1. 24 de dic. de 2023 · Mil besos prohibidos - Sonsoles Ónega. A veces las casualidades se hacen cómplices de los deseos. Costanza y Mauro llevaban media vida esperándose hasta que un encuentro imprevisto en la Gran Vía de Madrid volvió a unir sus destinos.

  2. ISBN-13: 9788408242550. Idiomae: Español. Formato ebook: PDF, EPUB, Kindle, Audio, HTML y MOBI. Dispositivos compatibles: Android, iOS, PC y Amazon Kindle. Opiniones de las lectoras sobre Mil besos prohibidos (Novela) de Sonsoles Ónega. Iñes Ochoa. Este libro fue una revelación literaria.

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    • SINOPSIS
    • «Oración», CRISTINA PERI ROSSI
    • JACK KEROUAC
    • CAPÍTULO 1
    • CAPÍTULO 2
    • CAPÍTULO 3
    • CAPÍTULO 4
    • Costanza se dirigió a él:
    • CAPÍTULO 5
    • CAPÍTULO 6
    • Doña Rosalinda no le dejó terminar:
    • CAPÍTULO 8
    • ¿Dónde está?
    • CAPÍTULO 9
    • CAPÍTULO 10
    • CAPÍTULO 11
    • CAPÍTULO 12
    • CAPÍTULO 13
    • ¿De dónde viene tan cargado?
    • CAPÍTULO 14
    • CAPÍTULO 16
    • —No, no, en absoluto.
    • CAPÍTULO 17
    • —Si pudieras entender, yo te diría: «Míralo, es Mauro» —
    • CAPÍTULO 18
    • —No.
    • CAPÍTULO 19
    • CAPÍTULO 20
    • CAPÍTULO 21
    • Inabarcable. Dilema.
    • CAPÍTULO 22
    • CAPÍTULO 23
    • CAPÍTULO 24
    • Costanza lo interrumpió:
    • CAPÍTULO 25
    • CAPÍTULO 26
    • —¿Cómo de un tiro? ¿Que a Franco le han dado un tiro?
    • CAPÍTULO 27
    • CAPÍTULO 28
    • CAPÍTULO 29
    • CAPÍTULO 30
    • CAPÍTULO 31
    • CAPÍTULO 32
    • Y Benita volvió a descolgar el teléfono y a vociferar a su padre:
    • —¿Y si mamá ha muerto? —La pregunta retumbó en sus sienes
    • CAPÍTULO 33
    • CAPÍTULO 34
    • —Adamino, no me venga con historias. ¿El padre Mauro cumple o no cumple con su obligación?
    • —Tiene pendiente un funeral, ¿no?
    • CAPÍTULO 35
    • CAPÍTULO 36
    • CAPÍTULO 37
    • CAPÍTULO 38
    • CAPÍTULO 39
    • CAPÍTULO 40
    • CAPÍTULO 41
    • EPÍLOGO
    • —Ha tenido un accidente.
    • ISBN: 978-84-08-22829-5 (epub)

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    A veces las casualidades se hacen cómplices de los deseos. Costanza y Mauro llevaban media vida esperándose hasta que un encuentro imprevisto en la Gran Vía de Madrid volvió a unir sus destinos. Costanza, recién separada de su marido, abogada en un prestigioso despacho, tenía entre manos la defensa de un importante banquero, una circunstancia que l...

    Tan importante como el destino que se busca es el origen del que se huye.

    Todos los personajes de esta historia pudieron haber existido porque las cosas ocurrieron así. O no. Pero eso ya no importa.

    Aquella tarde del mes de septiembre, recién estrenado el otoño, ocurrió algo extraordinario en la Gran Vía de Madrid. La capital aparecía envuelta en la nobleza de la última luz del día. Costanza Mendiola, fiscal por oposición y abogada reciente en un bufete, había cogido un taxi para visitar a su cliente. Era banquero, pero no iban a verse en la s...

    La piel de Mauro había sido tierra proscrita por Costanza. O por el propio Mauro, que cerró su cuerpo con llave y la tiró al mar. Fuera por él o por ella, lo cierto es que sus vidas se separaron veinte años atrás y lo que pasó en ese tiempo transcurrió por caminos insondables para ambos. Ahora Costanza pensaba que una casualidad aleatoria, un atasc...

    Gerardo Barrios la saludó con la educación en él habitual. Sujetó la puerta y le indicó con la mano que podía pasar al apartamento reconvertido en despacho. —No es grande, pero aquí estamos a salvo —dijo mientras echaba el cerrojo. Se había desabrochado los primeros botones de la camisa blanca con sus iniciales —G. B.— bordadas en hilo azul a la de...

    No fue algo voluntario, fue del todo irreflexivo que aquella noche de septiembre, mientras Costanza luchaba contra sí misma en un despacho de la Gran Vía, en la calle Cinca de Madrid, Mauro pidiera a su madre las llaves del armario de plástico del garaje donde guardó sus pertenencias cuando se marchó de aquella casa. La señora Elisa lo miró sorpren...

    —¿Dónde vas, Gianni? Espera. Quiero presentarte a mi amigo Mauro. ¡Ha venido desde Madrid! Se estrecharon la mano con cordialidad, pero en ese momento Mauro descubrió que él ya solo era el amigo de Madrid y ella nunca más sería la niña de la que se había enamorado. Era una mujer que podía ser cortejada por cualquier hombre sin necesidad de que medi...

    La estación de metro estaba casi desierta a esa hora. Se le había hecho tarde, pero no le importó demasiado. Desde que había vuelto de Roma, el padre Mauro vivía en uno de los apartamentos de la llamada Casa del Cura de la parroquia de San José. Nadie lo esperaba. El olor a la humanidad caducada de ese día aún flotaba en el ambiente. Una pareja se ...

    Cuando Costanza Mendiola abandonó el despacho de su cliente, al amanecer apenas le restaba una hora. Enfiló Gran Vía y sintió el agotamiento en sus pies. La cabeza estaba a punto de estallarle. Apenas podía despegar los párpados, pero al llegar al cruce con Alcalá, en ese paisaje de Antonio López, en el punto exacto en el que los turistas se adentr...

    —¿Cómo pueden dudar de eso? ¡Yo siempre he llevado Lezzeno aquí! —dijo acercando la mano al corazón—. ¡Aquí, en mi corazón! No pudo seguir hablando. Doña Rosalinda rompió a llorar ante la mirada de aquellos dos hombres que jamás imaginaron que la cita, convocada a una hora impropia en la señora, la hora del té, que solía dedicar a la lectura o a la...

    Las horas se abalanzaron sobre los perfiles de la madre y la hija en la habitación 324. Costanza había estado jugueteando entre sus dedos con el anillo de amatista de doña Rosalinda y no había advertido el paso veloz de las horas. Lo devolvió a su escondite, bajo las mudas y los camisones al fondo de la mesilla. —Hoy comeremos juntas —susurró al oí...

    —Está en vuestra casa, Costanza. En la caseta de los utensilios del jardinero. Escondido. Nadie ha podido verlo. ¡Ni tú misma! Costanza tragó saliva. —¿No habrá velatorio en un tanatorio? —Tu madre pidió pasar la noche previa al entierro en su casa... —Lo estoy leyendo. Aún no puedo creérmelo. —Sí, Costanza —dijo el letrado—. Tu madre hizo esto par...

    —Dígame, don Adamino, ¿se casó o no se casó aquí Simón Bolívar con María Teresa Rodríguez del Toro y Alaysa? El padre Mauro se había despertado de buen ánimo y aceptó la invitación del sacristán, que quería enseñarle la iglesia y sus joyas artísticas aprovechando la ausencia del párroco y las horas tranquilas tras el primer oficio de las siete de l...

    Costanza no pegó ojo en toda la noche dándole vueltas a la conversación con la señora Tomé y a la autorización para administrar paliativos a doña Rosalinda. Tampoco se había podido concentrar en el bufete. Su madre, Mauro, el juicio de la Gran Estafa. Todo se le había juntado y se le hacía grande. Inabarcable, como una ola gigante que la devoraría ...

    La noche que Costanza pasó en vela fabulando con las frases escritas a mano y pensando en la cercanía imaginaria y en la distancia impuesta, recreando la sonrisa de sus dieciocho —aquella juventud en sombra—, tan parecida a la sonrisa madura, rebobinando en su imaginación como si volver atrás sirviera de algo, el padre Mauro buscó el silencio. Desa...

    Los días pasaron como un remolino. Entre un café y otro, entre reunión y reunión, Costanza Mendiola se preguntaba por qué el señor Lerma tardaba tanto en informar sobre el estado de doña Rosalinda, pero al instante se sacudía el pensamiento. En realidad, preferiría que nunca llamara. Que se olvidara de la conversación que habían mantenido. Que no s...

    Desde la noche de las sibilas, Mauro se sintió fragile e pecattore. Un guerrero débil que necesitaría recuperar al compañero centinela que custodiara el pundonor de sus instintos y el de sus sueños. Un mierda. Se sintió desconocido en su hábito y esa sensación alteró sus días, sus horas, sus minutos. También cada segundo resultó un completo desorde...

    —Del platero. Vengo de recoger las copas y los candelabros. Los ha dejado como nuevos. ¡Mire, mire! Empezó a sacar copas y más copas que relucían bajo la enorme lámpara de la sacristía. —Están como nuevas —observó el padre Andrés. —¡Ay, cuando se nos muera el platero! —se lamentó Adamino. —No sea cenizo, hombre —le reprendió el padre Andrés—. ¡No v...

    —Te regalaré un pequeño libro de algo más de ciento cincuenta páginas titulado El honor perdido de Katharina Blum. Es de Heinrich Böll. En su epílogo reflexiona sobre la violencia de los titulares de prensa. Algún día también habrá que reflexionar sobre la violencia de las cámaras. Nada es inocente, Gerardo. Forma parte del sistema. No lo arreglará...

    La noche cayó muda en el salón del señor Mendiola. Costanza se cobijó en el padre Mauro y en su recuerdo para olvidar todo lo que había escuchado en la voz de su padre. A eso de las siete de la mañana del domingo amaneció abrazada a un cojín en el mismo sofá en el que se había quedado dormida. Alguien la había arropado con otra manta para que no se...

    El sacristán pensó que nunca antes nadie le había preguntado por los sacerdotes que vivían en la parroquia. No era un detalle que preocupara a los fieles. Salvo a aquella joven... «¡Oh, torpeza mía! — se dijo don Adamino—, he olvidado preguntarle su nombre.» Sobre la marcha, Costanza decidió entregar su día al trabajo en el bufete. Aunque fuera dom...

    Costanza Mendiola se levantó ese lunes con la determinación de solucionar los asuntos pendientes antes de que empezara el juicio de la Gran Estafa. Solo tenía veinticuatro horas por delante. —¿Señor Lerma? —Hola, Costanza. —Me tiene preocupada —dijo ella con resolución. —Te llamé el otro día, pero tu teléfono estaba apagado. Y te escribí un mensaje...

    susurró—. ¡Nuestro Mauro! Aguardó unos segundos más, consciente de que no debía arriesgarse. Si el padre Mauro la descubriera, no habría excusa en este mundo que justificara su presencia en esa residencia. «¡Qué maldita coincidencia! ¿Y si él reconoce a mi madre?» En los días de su vida habría imaginado que el sacerdote de ese hogar de ancianos, en...

    15 de octubre. Juicio contra la Gran Estafa. Sin más ceremonia que la del primer resplandor, la vida volvió a amanecer y la luz iluminó su desorden. Costanza Mendiola no pudo discernir si el desasosiego se lo provocaba volver a pisar las baldosas del Tribunal Especial o el encuentro con el padre Mauro en la residencia de doña Rosalinda. Se había de...

    Conversión a libro electrónico: J. A. Diseño Editorial, S. L.

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  3. ePUB. PDF. Audio. Resumen del libro MIL BESOS PROHIBIDOS. Tras el éxito de Después del amor, Sonsoles Ónega nos presenta una magnífica novela de pasiones y luchas internas. A veces las coincidencias se vuelven cómplices de los deseos.

  4. Mil besos prohibidos. Sonsoles Ónega. Editorial Planeta, Jun 2, 2020 - Fiction - 352 pages. A veces las casualidades se hacen cómplices de los deseos. Costanza y Mauro llevaban media vida...

  5. Mil besos prohibidos. Sonsoles Ónega. Detalles del libro. Índice. Citas. Información del libro. A veces las casualidades se hacen cómplices de los deseos. Costanza y Mauro llevaban media vida esperándose hasta que un encuentro imprevisto en la Gran Vía de Madrid volvió a unir sus destinos.

  6. Mauro, el padre Mauro, acababa de volver de Roma para acometer un trabajo encargado por el arzobispado de Madrid. Pese a sus circunstancias y con todos los vientos en contra, resucita la historia de amor que Costanza y Mauro vivieron veinte años atrás.