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  1. Los destinos de Charlotte y Delia quedan trágicamente atados bajo la inviolabilidad del secreto que comparten, consolidándose entre ambas una tormentosa relación en la que convergerán los celos, la compasión, el amor filial y la suspicacia.

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    • CAPÍTULO 1
    • CAPÍTULO 2
    • CAPÍTULO 3
    • CAPÍTULO 4
    • Ella fingió decepción y estupor.
    • CAPÍTULO 5
    • CAPÍTULO 1
    • CAPÍTULO 2
    • CAPÍTULO 3
    • —Del futuro de Tina.
    • CAPÍTULO 4
    • CAPÍTULO 5
    • CAPÍTULO 6
    • —¿Tan odioso te parecería que lo hiciese?
    • Charlotte levantó la cabeza bruscamente:
    • La otra se apartó.

    En el viejo Nueva York de 1850 despuntaban unas cuantas familias cuyas vidas transcurrían en plácida opulencia. Los Ralston eran una de ellas. Los enérgicos británicos y los rubicundos y robustos holandeses se habían mezclado entre ellos dando lugar a una sociedad próspera, cauta y, pese a ello, boyante. Hacer las cosas a lo grande había sido la má...

    El pastor continuaba robando un beso a la zagala y el reloj del tronco derribado seguía marcando los minutos. Delia, petrificada, permanecía sentada y ajena a la actividad de estos, abrazada aún a su prima. La embargaban el horror y la sorpresa de saber que su sangre corría por las venas de la huerfanita anónima, del «bebé de los cien dólares» sobr...

    Delia decía la verdad al declarar que no sabía adónde iba. Simplemente quería escapar de la insoportable expresión de Charlotte, de la sofocante atmósfera de su tragedia. Fuera, al aire libre, acaso fuese más fácil pensar. Al bordear la verja del parque vislumbró a sus sonrosados niños jugando, bajo la atenta vigilancia de la niñera, con la feliz p...

    Los Ralston eran reacios a abandonar viejos hábitos, pero una vez adoptaban uno no concebían que el resto no hiciese lo propio sin dilación. Cuando Delia, que procedía de los Lovell menos estrictos y cuyo carácter tendía a lo novedoso, le propuso por primera vez a su marido cambiar la comida principal del día a las seis en lugar de a las dos, la ex...

    —Piensa, querido... ¡Si yo hubiese tenido que renunciar a ti! —Quiero decir que no gastes ni un centavo de tu asignación personal, sino que dispongas de cuanto necesites para ayudar a los pobres de Chatty. Eh... ¿te parece bien? —¡Amor mío! ¡Cuando pienso en los nuestros, allá arriba! Se abrazaron sobrecogidos ante tal evocación.

    Al oír los pasos de su prima, Charlotte Lovell despegó de la almohada su rostro febril. El dormitorio, cerrado y en penumbra, olía a agua de colonia y a ropa recién lavada. Delia entró deslumbrada por el brillante sol invernal, y tuvo que caminar a tientas en la semioscuridad obstaculizada por el mobiliario de caoba. —Quiero verte la cara, Chatty, ...

    Con el tiempo, todo el mundo convendría en que todo apuntaba a que Charlotte Lovell sería una solterona. Había resultado obvio incluso antes de que su enfermedad hiciese acto de presencia: había cierta mojigatería en ella pese a su flamante cabellera. Y eso que había sido afortunada, pobre chica, teniendo en cuenta la frágil salud que había tenido ...

    En ocasiones Delia Ralston tenía la sensación de que los acontecimientos reales de su existencia no se desencadenaron hasta que sus dos hijos contrajeron matrimonios convenientes y seguros dentro de la irreprochable elite neoyorquina. El chico se había casado en primer lugar, eligiendo a una Vandergrave cuyo padre poseía un banco en Albany, donde e...

    —Por fuerza tienes que haber notado el cambio en Tina —insistía Charlotte Lovell, dejando a un lado el Evening Post—. ¿No es cierto? Ambas señoras estaban solas, sentadas junto a la chimenea del salón de Gramercy Park. Tina había salido a cenar con su prima, la joven esposa de John Junius Halsey. Posteriormente asistirían a un baile en casa de los ...

    Se produjo un silencio. Delia Ralston, que reaccionaba instantáneamente ante la menor apelación a su sinceridad, exhaló un profundo suspiro de alivio. ¡Al fin empezaba a resquebrajarse el hielo en el corazón de Charlotte! —Querida —murmuró Delia—, sabes cuánto me preocupa la felicidad de Tina. Ya que desapruebas a Lanning Halsey, ¿tienes en mente a...

    El fuego del dormitorio de Delia se había mantenido vivo y su camisón había sido puesto a calentar sobre un sillón junto a la chimenea. Pero ella ni se desvistió ni se apresuró a sentarse. Su conversación con Charlotte la había sumido en una profunda inquietud. Durante unos instantes permaneció de pie en medio de la habitación, mirando detenidament...

    Desvelada en la cama hasta el amanecer, Delia revivió cada detalle del aciago día en que se hizo cargo de la hija de Charlotte. Por entonces, también ella era poco más que una chiquilla sin nadie a quien acudir, nadie que la apoyase en su decisión o que la aconsejase sobre cómo llevarla a cabo. A partir de aquel día, las experiencias acumuladas a l...

    Tina Lovell —en adelante señorita Tina Ralston— se casaría en julio con Lanning Halsey. El compromiso se había anunciado en el mes de abril y, en un principio, las matronas del clan pusieron el grito en el cielo por lo indecoroso de un noviazgo tan breve. En el Nueva York de entonces todo el mundo estaba de acuerdo en que «había que darle a los jóv...

    —¿Odioso? ¡Esa palabra no cabe entre nosotras! —¿Que no cabe entre nosotras? Pero si es la palabra que se ha interpuesto entre nosotras desde el principio, desde el primer momento. Desde el día en que descubriste que, después de todo, a Clement Spender no se le rompió el corazón por no haber sido lo bastante bueno para ti; ¡desde que hallaste una f...

    —¿Hacer por mí? ¡Pero si todo lo has hecho por Clement Spender! Delia se la quedó mirando con una sensación parecida al terror: —Eres horrible, Charlotte. Palabra de honor que hace años que no pienso en Clement Spender. —¡Ah, ya lo creo que has pensado en él, ya lo creo! Pensabas en él cada vez que pensabas en Tina, en él y en nadie más. Una mujer ...

    —Donde tú digas, pues. ¡No tengo preferencias al respecto! —Pero ¿esta noche, Charlotte? ¿La noche antes de la boda de Tina? ¿Acaso no está la casa entera impregnada de ella? ¿Cómo vamos a encontrar un sitio para seguir diciéndonos atrocidades? —Charlotte permaneció callada y Delia prosiguió en tono más firme—: Nada de lo que digas conseguirá herir...

  2. Edith Wharton firma una nouvelle magistral, que explota la que fuera una de sus obsesiones recurrentes: las opciones de la mujer de su tiempo y estatus en la tramoya social que la coarta. En 1850 la alta burguesía neoyorquina disfruta de una desentendida prosperidad.

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  3. 13 de jun. de 2013 · Delia, «reina» del endogámico clan de los Ralston, ultima los detalles de su vestuario para brillar en el acontecimiento social del año: el enlace de su prima Charlotte Lovell con Joe Ralston, que además sellará una alianza entre las dos familias hegemónicas de Nueva York.

    • (49)
  4. Una pequeña joya de menos de doscientas páginas en que imaginas toda la vida de las dos primas protagonistas y de la niña que las une. La sociedad moralizante neoyorquina del siglo XIX aísla y aplasta al diferente y a la oveja descarriada que se aparta del redil.

    • (15)
  5. Una estupenda novela corta que nos acerca a la sociedad neoyorquina de la década de 1850. A través de la relación entre las primas Delia y Charlotte, y la "huérfana" Tina, Wharton construye un poderoso relato sobre las convenciones sociales de la época y sobre la maternidad y sus complejas dimensiones.

  6. Sinopsis de LA SOLTERONA. Edith Wharton firma una nouvelle magistral, que explota la que fuera una de sus obsesiones recurrentes: las opciones de la mujer de su tiempo y estatus en la tramoya social que la coarta. En 1850 la alta burguesía neoyorquina disfruta de una desentendida prosperidad.