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  1. Pinocho. Geppeto era un excelente carpintero, y una noche, al terminar un gracioso muñeco de madera, se quedó pro-fundamente dormido. Una gran sorpresa aguardaba. ¡Despertó y el muñeco tenía vida! Increíble, por lo que quiso cuidarlo como a un niño: "Te llamaré Pinocho e irás a la escuela", le dijo Geppeto.

  2. Pinocho El cuento original adaptado para niños. Había una vez un carpintero llamado Maestro Cereza, era el artesano más anciano de la región y sus arrugadas manos eran capaces de hacer auténticas obras de arte con la madera.

    • 2003 - Reservados todos los derechos
    • CAPITULO I
    • CAPITULO II
    • --Buenos días, maese Antonio --dijo al entrar--. ¿Qué hace usted en el suelo?
    • --¿Por qué me insulta usted? --¿Quién le insulta?
    • CAPITULO III
    • --¡Diantre de chico! No estás todavía acabado de hacer y ya empiezas a falatarle el respeto
    • Entonces le agarró por el cuello, y mientras lo llevaba de este modo, le decía mirandole furioso:
    • CAPITULO IV
    • CAPITULO V
    • Entonces empezó a llorar y a desesperarse, mientras decía:
    • CAPITULO VI
    • Medio minuto después se abrió la ventana de nuevo, y se asomo el mismo viejo, que dijo a Pinocho:
    • CAPITULO VII
    • --¿Por que no puedes?
    • CAPITULO VIII
    • --¿Y para qué quieres que te haga otros pies? ¿Para escaparte otra vez de casa?
    • --¿Por qué?
    • CAPITULO IX
    • Decía para su coleto:
    • Por fin se decidió el monigote, y encogiendose de hombros, dijo:
    • --¿Cuánto me das por el gorro?
    • CAPITULO X
    • CAPITULO XI
    • Luego de haber estornudado, Tragalumbre trató de recobrar su aspecto terrible, y gritó a Pinocho:
    • --¡Jesús-- dijo Pinocho.
    • Entonces Tragalumbre les dijo con voz imperiosa:
    • Dicho esto lanzó un profundo suspiro, y bajando la cabeza murmuró:
    • CAPITULO XII
    • --¿Para ti?
    • Pinocho meditó un instante, pero al fin dijo resueltamente:
    • CAPITULO XIII
    • CAPITULO XIV
    • CAPITULO XV
    • --¡Muerta! Pues, entonces, ¿qué haces ahí en la ventana?
    • Sólo cuando después de esperar tanto tiempo vio que no pasaba nadie, balbuceó:
    • CAPITULO XVI
    • --¿Y cómo le has encontrado? ¿Vivo o muerto?
    • CAPITULO XVII
    • --¡Amargo! No lo quiero.
    • --Tu enfermedad es grave.
    • --¿No tienes miedo de la muerte?
    • CAPITULO XVIII
    • También Pinocho estaba conmovido. Se acercó al gato y le dijo al oído:
    • CAPITULO XIX
    • --¡Pero, vamos a ver, papagayo grosero!-- gritó exasperado Pinocho--, se puede saber de qué te ríes?
    • CAPITULO XX
    • Mientras así corría, iba diciéndose:
    • CAPITULO XXI
    • --¿Y quién te ha enseñado a tomar lo que no es tuyo?
    • --¡Ah, ladronzuelo!-- dijo el labrador encolerizado--. ¿Conque eres tú quien me roba las gallinas?
    • El pobre muñeco decía llorando:
    • CAPITULO XXII
    • --¿Dónde?
    • Después se acercó a Pinocho, le hizo muchas caricias, y le preguntó:
    • CAPITULO XXIII
    • Y llorando decía:
    • --Más de mil kilómetros.
    • --¿Cómo?
    • Volaron durante todo el dia, y al caer la noche dijo la palom:
    • CAPITULO XXIV
    • CAPITULO XXV
    • --¡Bribón de muñeco! ¿Cómo has podido acertar que era yo?
    • CAPITULO XXVI
    • --¿Y qué dirá el maestro?
    • CAPITULO XXVII
    • --¿Por qué?
    • Después se volvieron hacia Pinocho, y, poniéndole en medio, le dijeron con voz áspera:
    • CAPITULO XXVIII
    • Haciendo un esfuerzo supremo, consiguió sacar un momento la cabeza del agua, y gritó ladrando:
    • --Pero si te ayudo a salvarte, ¿me prometes no correr más detrás de mí?
    • Cuando el pescador sacó la red fuera del mar, exclamó con gran alegría:
    • --Pues, ¿y estos boquerones, que habrá que comer con raspa y todo?
    • Y volvió a mirarle y remirarle bien por los cuatro costados, diciendo por último:
    • CAPITULO XXIX
    • Pero el pobre animal tenía un hambre terrible, y grunía y meneaba la cola, como queriendo decir:
    • Al mismo tiempo se oyó en la gruta una vocecita muy débil, que dijo:
    • --Pero, ¿cómo es que me has encontrado en aquella gruta?
    • CAPITULO XXX
    • --¿Y dónde vas?
    • --Se llama "El País de los Juguetes" ¿Por qué no te vienes tú también?
    • --¿Qué te parece?
    • --Y qué, ¿te vas solo o acompañado?
    • --¿Y no hay obligación de estudiar?
    • --Pero, ¿estas bien seguro de que en aquel país todas las semanas tienen seis jueves y un domingo?
    • Por último, hizo un esfuerzo y dijo apresuradamente:
    • --Dentro de poco.
    • CAPITULO XXXI
    • --Dime, guapo chico, ¿quieres venirte a este afortunado país?
    • CAPITULO XXXII
    • -Un poco.
    • -¿Y qué clase de fiebre es?
    • -¿Y quién es ese Espárrago?
    • -¿Y por qué seguiste el consejo de aquel falso amigo, de aquel mal compañero?
    • -¿Cómo estás, querido?
    • -Las dos. ¿Será acaso la mjsma enfermedad?
    • Y Pinocho comenzó a contar en voz alta:
    • -¿Qué te pasa?
    • En el mismo instante llamaron a la puerta, y una voz dijo desde fuera:
    • CAPITULO XXXIII
    • El dolor hizo a Pinocho llorar y rebuznar, diciendo:
    • Apenas llgaron al mercado, se acercó un comprador que dijo al mozo de cuadra:
    • CAPITULO XXXIV
    • -¿Tú?
    • Y se reía estrepitosamente y seguia nadando, para volverse poco después y gritar con más fuerza:
    • -¡Soy yo: un mísero bacalao que el dragón ha engullido lo mismo que a ti! ¿Y tú, qué pez eres?
    • CAPITULO XXXV
    • -¡Y cuanto tiempo hace que estás aquí?
    • Y sin decir más, tomó Pinocho la vela, y adelantandose para alumbrar el camino, dijo a su padre:
    • CAPITULO XXXVI
    • -¿Quién es el que se muere?
    • Al oir esta pregunta, abrió el borriquillo los moribundos ojos, y balb;ceó én el mismo ]enguaje:
    • -Y compañero de escuela.
    • -¿Y tu traje nuevo?
    • -¿Y el vestido nuevo?

    Permitido el uso sin fines comerciales Carlo Collodi Aventuras de Pinocho

    De cómo el carpintero maese Cereza encontró un trozo de madera que lloraba y reía como un niño. --Pues, señor, éste era... --¡Un rey! --dirán en seguida mis pequeños lectores. --Pues no, muchachos nada de eso. Este era un pedazo de madera. Pero no un pedazo de madera de lujo, sino sencillamente un leño de esos con que en el invierno se encienden la...

    Maese Cereza regala el pedazo de tronco a su amigo Goro, el cual lo acepta para construir un muñeco maravilloso, que sepa bailar, tirar a las armas y dar saltos mortales. En aquel momento llamaron a la puerta. --¡Adelante! --contestó el carpintero con voz débil, asustado y sin fuerzas para ponerse en pie. Entonces entró en la tienda un viejecillo m...

    --¡Ya ve usted! ¡Estoy enseñando Aritmética a las hormigas! --¡Es una idea feliz! --¿Qué le trae por aqui, compadre Goro? --¡Las piernas! Sabra usted, maese Antonio, que he venido para pedirle un favor. --Pues aquí me tiene dispuesto a servirle --replicó el carpintero. --Esta mañana se me ha ocurrido una idea. --Veamos cuál es. --He pensado hacer u...

    --¡Me ha llamado usted Fideos! --¡Yo no he sido! --¡Si le parece, pondremos que he sido yo! ¡Digo y repito que ha rido usted! --¡No! --¡Sí! Y furiosos los dos, pararon de Ias palabrss a los hechos, y agarrandose con furia se arañaron, se mordieron, se tiraron del pelo... Se pusieron hechos una lástima. Cuando terminó la batalla, maese Antoni...

    De vuelta maese Goro en su casa, comienza sin dilación a hacer el muñeco, y le pone por nombre Pinocho. --Primeras monerías del muñeco. La casa de Goro era una planta baja, que recibía luz por una claraboya. El mobiliario no podía ser más sencillo: una mala silla, una mala cama y una mesita maltrecha. En la pared del fondo se veía una chimenea con ...

    tu padre! ¡Mal hijo mío, muy mal! se secó una lagrima. Quedaban todavía por modelar las piernas y los pies. Cuando Goro terminó de hacerle los pies, recibió un puntapié en la punta de la nariz. --¡Bien merecido lo tengo! --dijo para sí--. ¡He debido pensarlo antes; ahora ya es tarde! Después tomó el muñeco por los sobacos, y le puso en el suelo par...

    --¡Vamos a casa! ¡Ya te ajustaré yo allí las cuentas! Al oír estas palabras se tiró Pinocho al suelo y se negó a seguir andando. Mientras tanto iba formándose alrededor un grupo de curiosos y de papanatas. Cada uno de ellos decían una cosa. --¡Pobre muñeco! --decían unos--. Tiene razón en no querer ir a su casa. ¡Quién sabe lo que hará con él ese b...

    De lo que sucedió a Pinocho con el grillo-parlante, en lo cual se ve que los niños malos no se dejan guiar por quien sabe más que ellos. Pues, señor, sucedió que mientras el pobre Goro era conducido a la cárcel sin culpa alguna, el monigote de Pinocho, libre ya de las garras del guardia, escapó a campo traviesa; corría como un automóvil, y en el en...

    Pinocho tiene hambre, y buscando, buscando, encontró un huevo con el cual pensó hacer una tortilla; pero cuando menos los pensaba se encontró con que la tortilla salió volando por la ventana. Mientras tanto se iba haciendo de noche. Pinocho se acordó de que no había comido nada, Y empezó a sentir en el estómago un cosquilleo que se parecía muchísim...

    --¡Razón tenía el grillo-parlante! ¡Qué mal he hecho en rebelarme contra mi papá y en escaparme de casa! Dios me castiga. ¡Si mi papá estuviera aquí, no me vería expuesto a morir bostezando! ¡Oh! ¡Qué enfermedad tan mala es el hambre! De pronto le pareció ver en el montón de virutas una cosa redonda y blanca, semejante a un huevo de gallina. Dar un...

    Pinocho se duerme junto al brasero, y al despertarse a la mañana siguiente se encuentra con los pies carbonizados. Hacía una noche infernal: tronaba horriblemente y relampagueaba como si todo el cielo fuese de fuego; un ventarrón frío y huracanado silbaba sin cesar, levantando nubes de polvo y zarandeando todos los árboles de la campiña. Pinocho te...

    --¡Acércate y pon la gorra! Pinocho, no podía poner gorra alguna, porque no la tenía: se acercó a la pared, y sintió que en aquel momento le caía encima un gran cubo de agua, que le puso hecho una sopa de pies a cabeza. Volvió a su casa mojado como un pollo y abatido por el cansancio y el hambre, y como no tenía fuerzas para estar de pie, se sentó ...

    Goro vuelve a su casa, y le da al muñeco el desayuno que el buen hombre tenía para sí. El pobre Pinocho, que aún tenía los ojos hinchados del sueño,no había notado que sus pies estaban hechos; carbón, por lo cual apenas oyó la voz de su padre, quiso levantarse en seguida para descorrcr el cerrojo; pero al ponerse en pie se tambaleó dos o tres veces...

    --¡Porque me han comido los pies! --¿Quién te los ha comido! --¡El gato!-- dijo Pinocho, viendo que el animal se entretenía en jugar con un pedazo de madera. --¡Abreme, te digo!-- repitó, Goro--. ¡Si no, vas a ver cuando entre yo en casa como te voy a dar el gato! --¡Oh, papá; créeme! ¡No puedo ponerme en pie! ¡Pobre de mí! ¡Pobre de mí, que tendré...

    Goro arregla los pies a Pinocho, y vende su chaqueta para comprarle una cartilla. Apenas el muñeco hubo satisfecho el hambre, empezó a llorar y a lamentarse, porque quería que le hiciesen un par de pies nuevos. Para castigarle por sus travesuras, Goro le dejó llorar y desesperarse hasta mediodía. Después le dijo:

    Le prometo a usted --dijo el muñeco sollozando-- que desde hoy voy a ser bueno! --Todos los niños-- replico Goro --dicen lo mismo cuando quieren conseguir algo. --¡Le prometo ir a la escuela, estudiar mucho y hacerme un hombre de provecho! --Todos los niños repiten la misma canción cuando quieren conseguir alguna cosa. --¡Pero yo no soy como los de...

    --¡Porque me daba calor! Pinocho comprendió lo que había sucedido, y conmovido y con los ojos llenos de lágrimas, se abrazó al cuello de Goro y empezó a darle besos, muchos besos.

    Pinocho vende su cartilla para ver una función en el teatro de muñecos. Cuando ya cesó de nevar, tomó Pinocho el camino de la escuela, llevando bajo el brazo su magnífica cartilla nueva. Por el camino iba haciendo fantásticos proyectos y castillos en el aire, a cuál más espléndidos.

    --Hoy mismo quiero aprender a leer; mañana, a escribir, y pasado, las cuentas. En cuanto sepa todo esto ganaré mocho dinero y con lo primero que tenga le compraré a mi papíto una buena chaqueta de paño. ¿Qué digo de paño? ¡No; ha de ser una chaqueta toda bordada de oro y plata, con botones de brillantes! ¡Bien se lo merece el pobre! ¡Es muy bueno! ...

    --¡Bah! ¡Iremos hoy a la música, y mañana a la escuela! Asi como así, para ir a la escuela siempre hay tiempo de sobra! Y tomando por la calle transversal, echó a correr. A medida que iba corriendo sentía más cercanos los pifanos y el bombo: ¡Pi-Pi-pi, pi-pi-pi; pom-pom, pom-pom! De pronto desembocó en una plazoleta llena de gente arremolinada en t...

    --¡Vaya un negocio! ¡Un gorro de miga de pan! ¡Me lo comerían los ratones en: la misma cabeza! Pinocho estaba ya sobre ascuas. Pensaba hacer una última proposición; pero le faltaba valor, dudaba, quería intentarlo, volvía a vacilar. Por último se decidió y dijo: Quieres darme veinte céntimos por esta cartilla nueva --Yo soy un niño y no compro nada...

    Los muñecos del teatro reconocen a su hermano Pinocho y le reciben con las mayores demostraciones de alegría; pero en lo mejor de la fiesta aparece el amo de los muñecos, Tragalumbre, y Pinocho corre peligro de terminar sus aventuras de mala manera. Cuando entró Pinocho en el teatro de los muñecos, ocurrió algo que produjo casi una revoluclon. Empe...

    Tragalumbre estornuda y perdona a Pinocho, el cual, después salva la vida de su amigo Arlequín. Tragalumbre (que éste era el nombre del dueño del teatro! parecía a primera vista un hombre terrible, sobre todo por aquellas barbazas negras que le tapraban el pecho y las piernas; pero en el fondo no era malo. La prueba es que cuando vio delante de él ...

    --¡Basta ya de lloriqueos! Tus chillidos me han hecho cosquillas en el estómago... algo así como... ¡Vamos, que siento una... ¡ahchíss! ¡ahchiss! Y lanzó otros dos formidables estornudos. --¡Jesús!-- dijo Pinocho. --¡Gracias! ¿Y tu papá? ¿Y tu mamá? ¿Están buenos?-- preguntó Tragalumbre. --Mi papá, sí; pero a mi mamá no la he conocido nunca. --¡Qué...

    --¡Gracias! En fin, también yo soy digno de compasión, porque ya ves, no tengo leña bastante para terminar ese asado, y la verdad, tú me hubieras sido muy útil. Pero, ¿qué le vamos a hacer? ¡Me has dado lastima! ¡Tendremos paciencia!... En tu lugar echaré al fuego a cualquiera de mis muñecos. ¡Hola, guardias! Al oír esta llamada aparecieron en el a...

    -No he podido encontrar uno que me sentara bien. ¡Paciencia! ¡Otra vez lo compraré! En vez de velar aquella noche hasta las diez, Pinocho estuvo trabajando hasta después de media noche, y en vez de ocho canastos hizo dieciséis. Después se acostó, y se quedo dormido. Y mientras dormía, le pareció que veía en sueños a su Hada, bella y risueña, que le...

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  3. Cuento clásico para niños: Pinocho Érase una vez un humilde carpintero llamado Geppetto, que vivía muy solo y sin hijos. Esta soledad le apenaba tanto, que Geppetto planeó construirse un muñeco de madera, al cual daría forma con mucho tiento, como lo hacía con cada trozo de madera que debía trabajar.

  4. arbolabc.com › cuentos-clasicos-infantiles › pinochoCuento de Pinocho | Árbol ABC

    Cuento de Pinocho para leer y escuchar en Árbol ABC. Pinocho es un cuento corto clásico que adaptamos para niños.

  5. Pinocho, con la ayuda del grillito, se fue al mar para rescatar al pobre viejecito. Cuando Pinocho estuvo frente a la ballena le pidió que le devolviese a su papá, pero la ballena abrió muy grande su boca y se lo tragó también a él. Dentro de la ballena, Geppetto y Pinocho se reencontraron. Y se pusieron a pensar en cómo salir de allí.

  6. Las Aventuras de Pinocho|Carlo Collodi| Descargar Libro|PDF EPUB|Freeditorial. por Carlo Collodi. Español. Juvenil e Infantil. 05/09/20. Sinopsis. Un viejo carpintero, deseaba que su última creación, Pinocho, una bonita marioneta de madera, fuera su hijo y se convirtiera en un niño de verdad.

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