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  1. Exige una luz especial infusa, mas no ideas infusas, 903 ss. Llamamiento de las almas a la contemplación infusa (véase llamamiento), 893. Deseo de la contemplación infusa ; deben acompañarle la humildad y la generosidad, 899 ss.

  2. Y estoy seguro que la contemplación infusa profunda la dará también el Señor a los sacerdotes que sean generosos, que pasen largos ratos con El, que se preparen para recibir la efusión de su amor, porque la contemplación es la comunicación" del amor del Señor y a nadie ama tanto el Señor como al sacerdote: "Vosotros sois mis amigos".

  3. contemplación infusa. Benedicto XIV escribe; "Sabemos por experiencia que los procesos canónicos de muchos santos no ha­ cen mención de su contemplación infusa, pero si hacen resaltar sus virtudes praoticadas en grado heroi'co. Sabemos que la ma­ yor parte de los bienaventurados y santos inscritos en el ,~atá­

  4. 31 de ene. de 2022 · Cómo adoptar una mirada contemplativa. A la contemplación se llega desde infinitos lugares. Durante el giro de los derviches el mundo termina girando a nuestro alrededor vertiginosamente y el movimiento revela la perfecta quietud del eje sobre el que rodamos. La vivencia es tan intensa que, por un momento, se diría en la vorágine del ...

  5. El Padre Caussade explica que en la Oración de Quietud, que es uno de los grados de la contemplación infusa, Dios suspende nuestros pensamientos discursivos y los atrae a su Presencia interior. Todo lo que Dios quiere lograr aquí es que lo consideremos con admiración, amor y silencio en el interior. En esta oración sentimos una gran paz y ...

  6. La experiencia inmediata de Dios, sin embargo, no está incluida en la noción de contemplación adquirida, ni es posible en esta vida por medios naturales; sólo puede darse por iniciativa de Dios y es precisamente lo que se llama contemplación infusa. La contemplación adquirida es, digamos, un camino en el que el número de paredes que se ...

  7. 123. Es, pues, la sencilla, pura, infusa y pasiva contemplación una experimental e íntima manifestación que da Dios de sí mismo, de su bondad, de su paz y de su dulzura, cuyo objeto es Dios puro, inefable, abstraído de todos los particulares sentimientos dentro del silencio interno.