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La víctima era el padre Miguel Agustín Pro, de 36 años [...] Este martirio tiene entre muchas una característica excepcional: la presencia de numerosos testigos del hecho [...] y una documentación fotográfica del martirio querida y publicada para el escarnio por los mismos ejecutores del crimen.
Adentrarse en la vida del Padre Pro SJ, permite descubrir su enorme valor humano y cristiano.
El mito del padre Miguel Agustín Pro nació el día de su asesinato, el 23 de noviembre de 1927, cuando el general Roberto Cruz, por órdenes directas del presidente Plutarco Elías Calles, lo fusiló en la Inspección de Policía (donde hoy está el edificio de la Lotería Nacional), sobre la avenida Reforma de la ciudad de México.
Sin derecho a juicio, el 23 de noviembre de 1927, el «padre Pro» fue ejecutado en presencia de importantes líderes militares. Los últimos actos del jesuita fue orar y negarse a morir con los ojos vendados.
El Padre Pro fue un presbítero católico, miembro de la Compañía de Jesús, acusado de participar en actos de sabotaje y terrorismo, en el contexto del conflicto Iglesia-Estado que afectó a México entre 1926 y 1929 (la denominada Guerra Cristera).
El padre Pro caminó sereno y tuvo tiempo de oír a uno de sus aprehensores, que le susurraba: -Padre, perdóneme. -No sólo te perdono -le respondió-; te doy las gracias.
¿Quién era el Padre Pro? Un hombre simpático que hacía reír a todos, tenía gran respeto y amor a las personas y a las cosas sagradas. Originario de Guadalupe, Zacatecas, respondió al llamado sacerdotal e ingresó a la Compañía de Jesús en 1911.
