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  1. La mula y el buey (Cuento de Navidad ) Benito Pérez Galdós - I - Cesó de quejarse la pobrecita, movió la cabeza, fijando los tristes ojos en las personas que rodeaban su lecho, extinguiose poco a poco su aliento, y espiró. El Ángel de la Guarda, dando un suspiro, alzó el vuelo y se fue.

    • Dejó
    • XI
    • NAVIDAD, AQUIYAHORA

    de quejarse la pobrecita, movió la cabeza, fijando los tristes ojos en las personas que rodeaban su lecho, extinguióse poco a poco su aliento, y expiró. El Angel de la Guarda, dando un suspiro, alzó el vue lo y se fue. La infeliz madre no creíatanta des ventura; pero el lindisimo rostro de Celi nina se fue poniendo amarillo y diáfano -como y quedó ...

    Por eso observaron que el precioso cadáverde Celinina, aquello que fue su persona visible, tenía en las manos, en vez del ramo de flores, una mula y un buey de barro. Ni las mujeres que la velaron, ni el padre, ni la madre, supie ron explicarse esto; pero la linda niña, tan llorada de todos, entr6 en la tierra apretando en sus frías manecitas la Mu...

    en Canarias. Navidad con sol brillante y mar azul, desposeída de esos atributos tradicionales que escenifican la Navidad tradicional Navidad europea: el frío y la nieve, los abetos blancos, las chimeneas encendi-das para proporcionar un ambiente acogedor dentro de las casas. Es la Navidad del Papa Noel con sus largas barbas blancas, su capuch6n y s...

  2. Este ebook gratuito del libro de Benito Pérez Galdós «La Mula y el Buey» en formato PDF se puede leer desde cualquier dispositivo: ordenadores, tablets y smartphones. PDF es el formato idóneo para leer desde el ordenador y para imprimir el texto en papel.

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  4. LA MULA Y EL BUEY (Cuento de Navidad) No tendría Xuanín más de siete años, pero estaba con la mosca detrás de la oreja, nada extraño para su edad por otra parte. Pasó inquieto las últimas Navidades porque algo había oído de que los Reyes Magos no existían, que eran pura invención.

  5. LA MULA Y EL BUEY CUENTO DE NAVIDAD I Cesó de quejarse la pobrecita, movió la cabeza, :fijando los tristes ojos en las perso­ nas que rodeaban su lecho, extinguióse poco á poco su aliento, y espiró. El Angel de la Guarda, dando un suspiro, alzó el vuelo y se fué. La infeliz madre no creía tanta desven­

  6. LA MULA Y EL BUEY. Todas las noches, cuando el dueño los encerraba en el establo, la mula y el buey se enzarzaban en una pelea. Tirándole una coz, la mula le decía al buey: --¡Eres un gandul que sólo trabaja un mes al año! Embistiéndola con los cuernos, el buey le decía a la mula: --¡Y tu una zopenca que anda siempre zascandileando!