Yahoo Search Búsqueda en la Web

Resultado de búsqueda

  1. Su redonda copa pendía blandamente sobre el camino y aspiraba las brisas a pleno pulmón. Por la primavera, cuando todo era ya verde en derredor y hasta los nogales del convento ostentaban su rojizo follaje nuevo, aún demoraba buen trecho la aparición de sus hojas.

  2. ISBN:9788435009211. Colección: Edhasa Literaria. Numero colección: Tapa dura c/sobrecubierta 384 pp 14.5 x 23 cm. traductor : Luís Tobío. Goldmundo es un joven inocente que ingresa en el convento de Mariabronn por designio paterno. Allí conoce a Narciso, un monje con una inteligencia fuera de lo común. A medida que aprende de él y del ...

  3. Narciso encarna el rigor idealista, el espíritu ascético, la claridad; Goldmundo es el alma artística y errante atraída por el amor mundano y la pasión de vivir. Su enfrentamiento es una alegoría de los dos componentes básicos de la personalidad. Narra la historia de dos personajes que encarnan aspectos esenciales -aparentemente opuestos ...

  4. Hermann Hesse 🔍. “Narciso y Goldmundo, sin duda un libro fundamental de la literatura y el pensamiento contemporáneos en el que Hermann Hesse llega al punto culminante de su obra, narra la historia de dos personajes que encarnan aspectos esenciales «aparentemente opuestos» de la personalidad humana: el racional y el instintivo, lo ...

  5. Narciso alzó los párpados y miró al abad en los ojos. —¿Es una orden, reverendo padre? —Sí, es una orden. —Muy duro se me hace hablar, padre. —También a mí se me hace duro, hermano, ordenarte que hables. Y lo hago. ¡Habla! Narciso bajó la cabeza , y dijo musitando: —Poco es lo que de vos sé, reverendo padre.

  6. La esperada adaptación de la novela de Hermann Hesse, ‘Narciso y Goldmundo’ dirigida por el ganador del Oscar, Stefan Ruzowitzky (Los Falsificadores). En plena Edad Media, un joven rebelde, Goldmundo, es enviado a un monasterio por orden de su padre. Allí tiene la misión de expiar los pecados de su madre, la cual abandonó a ambos años ...

  7. Narciso entornó sus ojos oscuros, que desaparecieron bajo las largas pestañas negras. Permanecía callado. –Habla, hijo mío –profirió admonitoriamente, tras pro-longada espera, el abad. Y Narciso, la voz apagada, los ojos caídos, comenzó a hablar: –Creo saber, reverendo padre, que estoy, ante todo, deter-minado para la vida del ...