Yahoo Search Búsqueda en la Web

Resultado de búsqueda

  1. un majestuoso cuervo de los santos días idos. Sin asomos de reverencia, ni un instante quedo; y con aires de gran señor o de gran dama fue a posarse en el busto de Palas, sobre el dintel de mi puerta. Posado, inmóvil, y nada más. Entonces, este pájaro de ébano cambió mis tristes fantasías en una sonrisa con el grave y severo decoro

    • 175KB
    • 6
  2. El Cuervo. Por. Edgar Allan Poe. I. En una noche pavorosa, inquieto Releía un vetusto mamotreto Cuando creí escuchar Un extraño ruido, de repente, Como si alguien tocase suavemente. A mi puerta. “Visita impertinente Es, dije, y nada más.” II. ¡Ah! me acuerdo muy bien, era en invierno,

  3. www.suneo.mx › literatura › subidasEl cuervo - SUNEO

    golpe, un poco más fuerte que el primero. «Se-guramente - me dije -, hay algo en las persianas de la ventana; veamos qué es y exploremos este misterio: es el viento, y nada más». Entonces empujé la persiana y, con un tu-multuoso batir de alas, entró majestuoso un cuervo digno de las pasadas épocas. El animal

  4. ¡Quita el pico de mi pecho y tu sombra del portal!" Dijo el cuervo: "Nunca más". Y el impávido cuervo osado aun sigue, sigue posado, en el pálido busto de Palas que hay encima del portal; y su mirada aguileña es la de un demonio que sueña, cuya sombra el candil en el suelo proyecta fantasmal; y mi alma, de esa sombra que allí flota ...

  5. bibliotecadigital.ilce.edu.mx › _docs › CuervoEl cuervo - ILCE

    Dejo francos los batientes, y batiendo alas crujientes, entra un cuervo majestuoso de la sacra, antigua edad. Ni aun de paso me saluda, ni detiénese, ni duda; pero a un busto que en lo alto de mi puerta fijo está, sobre aquel busto de Palas que en mi puerta fijo está, va y se posa, y nada más.

  6. 1 de dic. de 2016 · Descargar El Cuervo gratis en formato PDF y EPUB. Descargar El Cuervo, de EDGAR ALLAN POE para kindle, tablet, IPAD, PC o teléfono móvil

  7. 17 de oct. de 2023 · Edgar Allan Poe. El Cuervo. Poema original: Una vez, al filo de una lúgubre media noche, mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido, inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia, cabeceando, casi dormido, oyóse de súbito un leve golpe, como si suavemente tocaran, tocaran a la puerta de mi cuarto.