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  1. La contemplación infusa, ordinaria conduce a la extraordinaria, con la que se adelanta en poco tiempo más camino que con aquella en muchos años. Es decir, que se adquieren más virtudes y con más rapidez. Con la meditación, el alma camina a pie y con trabajo; con la contemplación, se eleva sin ningún esfuerzo.

  2. a) En Vida (cc 14 y ss.) propone tres grados de contemplación infusa. En el símil de huerto de regadío, aguas 2ª, 3ª,y 4ª. A saber: el primer grado de contemplación infusa sería la oración de quietud: infusión de amor. Embeleso de la voluntad, en que hace de talismán el ‘Bien de Dios’, su bondad, amor, belleza, misericordia…

  3. San Juan nos dice que hay tres señales por las que el principiante espiritual puede saber si Dios le está dando contemplación infusa por medio de la sequedad del sentido, que San Juan llama la Noche Oscura del Alma. La primera señal es que no encuentra gusto en las cosas de Dios, y tampoco tiene gusto en otras cosas, ni en cosa alguna.

  4. La contemplación infusa más pronto o más tarde produce una tremenda conmoción interior. La dulzura de la oración desaparece y la meditación se hace imposible, incluso odiosa; las funciones litúrgicas parecen un peso insoportable, y la mente no puede pensar ni parece que la voluntad quiera amar.

  5. 14 de sept. de 2011 · Puede ser llamada también de contemplación adquirida cuando «es fruto de nuestra actividad auxiliada por la gracia; infusa, cuando, sobrepasando esta actividad, es obrada por Dios con nuestro consentimiento». En cuanto al uso de la palabra «contemplación» en las Sagradas Escrituras, él propiamente no ocurre.

  6. es.catholic.net › op › articulosCatholic.net

    La contemplación mística infusa es aquella en la que la visión que se tiene del objeto contemplado no depende de las facultades del hombre, sino que es una gracia de Dios y más concretamente del Espíritu Santo. Es el Espíritu Santo el que permite tener esta única visión de unidad.

  7. La contemplación mística infusa es aquella en la que la visión que se tiene del objeto contemplado no depende de las facultades del hombre, sino que es una gracia de Dios y más concretamente ...