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  1. 14 de mar. de 2013 · Es, el del papa, un refugio -para él, un cautiverio- triste y amargamente doloroso. La pérdida de Roma representa la puntilla definitiva a los Estados Pontificios y, aún más, a una manera más que milenaria de entender la figura papal y, por extensión, la función de la Iglesia. El origen de los Estados Pontificios Los Estados Pontificios ...

  2. 20 de sept. de 2013 · Los Estados Pontificios, reducidos a la ciudad ... De formación jurídico-económica, son sus pasiones la música y la historia, particularmente la de las religiones.

  3. Organización territorial de los Estados Pontificios alrededor del año 1850. (noviembre de 1860), que pasaba a denominarse reino de Italia del Norte. Los Estados Pontificios quedaban definitivamente desmembrados y reducidos a la ciudad de Roma y su entorno, donde el papa, bajo la protección de las tropas francesas, siguió por el momento ...

  4. Hasta que se anexionó al Reino de Italia en 1870, Roma fue la capital de los Estados Pontificios. Hasta el siglo XIX el poder papal mantuvo siempre una constante lucha con el Imperio Sacro Germánico y otros poderes en Europa. A pesar de ello Roma se enriqueció y llegó a tener un gran peso internacional.

  5. La toma de Roma (en italiano: Presa di Roma) el 20 de septiembre de 1870 fue el evento final del largo proceso de unificación italiana conocido como el Risorgimento, marcando tanto la derrota final de los Estados Pontificios bajo el papa Pío IX como la unificación de la península italiana bajo el rey Víctor Manuel II de la Casa de Saboya .

  6. Los Estados Pontificios fueron los territorios bajo administración directa de la iglesia católica como gobierno, con el Papa como jefe de estado, desde el año 751 hasta 1870, con la conquista italiana en el marco de la reunificación. El inicio de los Estados Pontificios debemos buscarlo en la conquista lombarda de Rávena -ciudad que sería ...

  7. Resumen: Julio II (1503-1513) fue uno de los papas más controvertidos del Renacimiento. Su renombre se debió en gran medida a sus esfuerzos para reordenar el gobierno de la ciudad de Roma y los Estados pontificios, para expulsar a las potencias extranjeras del territorio italiano, y sobre todo por su vocación belicista, que lo llevó a encabezar personalmente importantes campañas militares.