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  1. Jesús resucita al hijo de la viuda de Naín. 11 Aconteció después, que él iba a la ciudad que se llama Naín, e iban con él muchos de sus discípulos, y una gran multitud.12 Cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que llevaban a enterrar a un difunto, hijo único de su madre, la cual era viuda; y había con ella mucha gente ...

  2. La Biblia no da mucha información sobre quién era la viuda de Naín. Sabemos que esta mujer quedó viuda, que tuvo un hijo que murió y que Jesús resucitó a su hijo de entre los muertos. Sin embargo, esta historia bíblica está llena de pepitas sobre el carácter de Dios.

  3. El hijo de la viuda de Naín (Lucas 7:11-17) Este milagro acontece, de acuerdo con el evangelista Lucas, inmediatamente después de la curación del siervo del centurión; aquel que le dijo a Jesús de Nazaret: "Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi techo. Por eso, no me tuve por digno de ir a ti.

  4. La resurrección del hijo de la viuda de Naín es un episodio sobre un milagro de Jesús, registrado en el Evangelio de Lucas. Jesús llegó al pueblo de Naín durante la ceremonia del entierro del hijo de una viuda, y resucitó al joven de la muerte.

  5. Nueva Biblia de las Américas. Jesús resucita al hijo de la viuda de Naín. 11 Aconteció poco después[ a] que Jesús fue a una ciudad llamada Naín; y Sus discípulos iban con Él acompañados por[ b] una gran multitud. 12 Y cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, sacaban fuera a un muerto, hijo único de su madre, y ella era viuda; y ...

  6. Índice. El milagroso encuentro de Jesús con el hijo de la viuda de Naín: Un estudio bíblico revelador. Contexto histórico y cultural de la viuda de Naín. La compasión de Jesús hacia la viuda de Naín. El impacto del milagro en la comunidad de Naín. Lecciones espirituales del relato del hijo de la viuda de Naín.

  7. El corazón de Cristo es divino-humano: en él Dios y hombre se encontraron perfectamente, sin separación y sin confusión. Él es la imagen, más aún, la encarnación de Dios, que es amor, misericordia, ternura paterna y materna, del Dios que es Vida. Benedicto XVI, 9 de marzo de 2008. Reflexión.

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