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  1. Catalina Parr. Las esposas (y reinas consortes) de Enrique VIII, rey de Inglaterra, fueron: 1. Catalina de Aragón (16 de diciembre de 1485-7 de enero de 1536). Era la hija menor de los Reyes Católicos, Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón. Fue la primera esposa de Enrique VIII.

  2. 28 de abr. de 2020 · El rey también era inteligente, y escribía poesía, música y textos de teología. Carismático y encantador, dominante y voluntarioso, Enrique VIII era un hombre difícil de resistir. Las seis esposas de Enrique VIII y sus hijos fueron: Catalina de Aragón (matrimonio: junio de 1509) - María (nacida en febrero de 1516)

  3. Catalina de Aragón, la primera esposa de Enrique VIII, murió en 1536 en el castillo de Kimbolton, después de haber sido desterrada por el rey por no haberle dado un heredero varón. Su muerte se debió probablemente a un cáncer de corazón, aunque algunos rumores apuntan a que pudo haber sido envenenada.

  4. 1 de ago. de 2022 · Tom Jamieson para The New York Times. Quizá no sea nada destacable. Pero Braganza sostiene que el colgante no fue encargado por Enrique, sino por Catalina durante el período en que él intentaba...

  5. En este artículo, nos centraremos en las cuatro primeras esposas del rey: Catalina de Aragón, Ana Bolena, Juana Seymour y Ana de Cleves. Acompáñanos en este recorrido por la vida y reinado de Enrique VIII y descubre los detalles fascinantes de cada una de estas uniones matrimoniales.

  6. 4 de oct. de 2020 · Su primera esposa, Catalina de Aragón, solo había logrado proporcionarle una hija sobreviviente, María, antes de que fuera demasiado mayor para tener más hijos. El matrimonio de Enrique con Catalina había sido una cuestión de estado, más que una cuestión de corazón.

  7. 1 de nov. de 2019 · Primera esposa. Catalina de Aragón. Dominio Público. Michel Sittow. Catalina de Aragón era la menor de las hijas de los Reyes Católicos de España, Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón. A Catalina la prometieron cuando era una niña muy pequeña con el Príncipe de Gales, Arturo Tudor. Eso, que hoy suena tan aberrante, era normal en la época.