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  1. Puedes ver La Cordura del Locos, película completa en nuestra guía cinematográfica - Bud y Lou son los dueños del parque de atracciones Kiddieland. Bud, un jugador compulsivo, se mete en problemas con la mafia y Lou se encuentra luchando por mantener a sus hijos adoptivos.

    • Charles Barton
  2. La Cordura del Locos: Película de 1956 con Bud Abbott, Lou Costello, Mary Wickes

    • Información general
    • Clásicos de la ciencia trastornada
    • 'El abominable Dr. Phibes'
    • 'El cerebro que no podía morir'
    • 'La mosca'
    • 'Doble asesinato en la calle Morgue'
    • 'Dr. Jekyll y su hermana Hyde'
    • 'El hombre con rayos X en los ojos'
    • 'El hombre sin sombra'
    • 'La isla de las almas perdidas'

    Coinciden en nuestra cartelera unas cuantas películas que hablan de la ciencia en términos excesivos, casi demenciales: la monumental catedral de referencias al fantástico 'La cura del despertar', pero también, a su manera, la producción de terror 'Crudo', algunos personajes de 'Kong: La isla calavera' y, ya en modo abiertamente paródico, 'Batman La Lego película'. No es casualidad: cada semana coinciden en cartel (no hablemos ya de películas disponibles en formatos domésticos) un puñado de películas que hacen honor a una de las tradiciones más firmes y vetustas de la ciencia-ficción: el enfoque tronado de la ciencia.

    El ser humano siempre le ha tenido, de forma instintiva, miedo al progreso y al pensamiento y ha adjudicado, de forma injusta a veces, algo menos en otras ocasiones, características de excentricidad extrema, costumbres raras y poca capacidad de socialización a los hombres y mujeres de ciencia. Es posible que a veces los motivos fueran justificados: la alquimia, una de las formas más antiguas conocidas por el hombre de pensamiento y teorización para modificar las condiciones de nuestra vida cotidiana y natural, fue a menudo asociada con el esoterismo, el ocultismo y la brujería.

    El teólogo, alquimista y científico del siglo XVII Johann Conrad Dippel (posible influencia para la creación del doctor Frankenstein), por ejemplo, tenía la teoría que de un aceite que se extraía de la mezcla y fundición de huesos de distintos animales se podía conseguir un elixir que prolongaba la vida. Giovanni Aldini, también posible inspiración para Frankenstein, estaba convencido de que las enfermedades mentales se podían curar con descargas eléctricas, generando una corriente de pensamiento que luego daría pie a la infausta teoría del electroshock.

    Ni Newton se salvaba: estudiando las propiedades de la visión humana se agujereó el ojo con una aguja y estaba convencido de que el apocalipsis bíblico sucederá en el año 2060. Y así centenares de personalidades que difuminaron las fronteras entre genialidad y chifladura, entre experimentación extrema e impulsos suicidas. No es de extrañar que el genio humano, subespecie científica, acabara calando en la ficción.

    Y lo hizo, cómo no, con la literatura gótica, la variante terrorífica y tétrica del romanticismo. El humanismo torturado de los románticos del siglo XIX entró en colisión con descubrimientos científicos y una nueva visión de la ciencia que sin duda configuraría el icono del hombre de ciencia como alguien que parecía desafiar todos los conocimientos entre místicos y religiosos que hasta ese momento explicaban el mundo.

    La física, la química, la biología, la medicina, la astronomía y muchas otras ramas de la ciencia, sumadas (a veces en excéntrica mezcolanza) a ramas que empezaban a configurarse -como todo lo relativo al estudio de la mente y el comportamiento- ponían en duda el mismo tejido de la realidad: la cirugía comenzaba a interpretarse como una rama de la medicina gracias a las mejoras en las técnicas y en la higiene, se desarrollan las vacunas, apartados de la física como la óptica dan saltos de gigante, y con la Segunda Revolución Industrial a las puertas, estamos a punto de entrar en la llamada “era de los inventos”.

    El cine se convertiría en perfecto tubo de ensayo para burbujear con esta fascinación por el lado oscuro de la ciencia que ha ido evolucionando según cambiaba el mismo tópico del doctor loco. Hemos seleccionado algunos de los mejores de entre los muchísimos que ha dado el cine en sus más de cien años de vida: clásicos, desconocidos, demenciales y s...

    El incomparable Vincent Price protagoniza esta comedia negra y art-decó de 1971 en la que un científico extremadamente creativo aniquila a los cirujanos que dejaron morir a su mujer con una serie de crímenes inspirados en las Plagas de Egipto (langostas, ranas, abejas, ratas…). Su relación con la ciencia en sí es muy lateral, pero usa sus conocimie...

    Una de las obras literarias esenciales para entender el científico loco moderno es 'El cerebro de Donovan' de Curt Siodmak, un clásico de 1951 en el que se plantea por primera vez una idea que vivirá numerosas encarnaciones en el género: partes de un cuerpo (normalmente el cerebro) que toman posesión de otras personas. Hubo un precedente cinematográfico clásico, la mayúscula 'Las manos de Orlac', y luego varias adaptaciones oficiales, como la simpática película protagonizada por Nancy Reagan de 1953, pero las mejores son las libres y no oficiales.

    Como 'Cuerpo maldito', una chifladura maravillosa y ultragore de los ochenta de transplantes que salen mal y controlan cuerpos a distancia. O esta 'El cerebro que no podía morir', un icónico clásico de serie B que se iba a titular originariamente 'Yo fui un neurocirujano adolescente'. En ella, un mad doctor mantiene con vida la cabeza de su novia, no-fallecida en un accidente: pese a sus ruegos, no la quiere dejar morir, así que la desgraciada tendrá que elaborar un plan para que alguien la aniquile.

    A lo largo de toda su carrera, el canadiense David Cronenberg ha ido generando algunos de los científicos locos más memorables del cine moderno. Ya en sus primeras películas, los mediometrajes semiexperimentales rodados en Canadá 'Stereo' y 'Crimes of the Future', habla de un par de organizaciones científicas que suman, entre telepatía loca y desmanes dermatológicos, un buen catálogo de mad doctors. Ya con los largometrajes nos brindaría unos cuantos científicos locos, casi siempre obsesionados con el sexo chungo y los límites de lo físico, límites que darían pie a una corriente artística, la Nueva Carne, que parece concebida por una mezcla de descendiente de Frankenstein y un escultor de vanguardia obsesionado con la cirugía plástica extrema.

    Los 'mad doctors' han formado parte del cine de David Cronenberg desde el principio de su carrera

    En 'Vinieron de dentro de…' el mad doctor crea unas babosas venéreas que aniquilan un edificio; en 'Rabia', un implante de piel con forma fálica convierte en una bestia sedienta de sangre a una pobre chica recién salida de un accidente; en 'Cromosoma 3' unos experimentos tienen como fruto la plasmación en forma de niños adiabolados de los traumas de pareja de una mujer; y en su obra maestra 'Videodrome', el doctor O’Blivion vive en cientos de cintas de VHS y es el profeta de una nueva existencia en el plano catódico.

    Pero sin duda, el científico loco más paradigmático y representativo del cine de Cronenberg es el Seth Brundle de 'La mosca', interpretado por un Jeff Goldblum entre inquietante y adorable que crea una cámara de teletransportación que fusiona por error su cuerpo con el de una mosca, y le transforma en una mutación indescriptible que va perdiendo todo rasgo de humanidad. Basándose en una película mucho más inocente de 1958, a su vez inspirada en un relato de George Langelaan, Cronenberg lleva la historia mucho más allá, planteando una brutal alegoría sobre la vejez, la enfermedad y la humanidad como variantes de enfermedades degenerativas. Y todo ello con los efectos especiales y de maquillaje más repulsivos y sofisticados del momento.

    Cuando pensamos en los clásicos de horror gótico de la Universal, nos vienen a la cabeza las elegantes películas de James Whale y la afectada encarnación de Bela Lugosi como Drácula. Pero hubo muchas más, algunas tan destacables como este delirio remotamente inspirado en el cuento de Edgar Allan Poe sobre unos crímenes en París y en la que de nuevo Lugosi daría vida al chifladísimo doctor Mirakle, que quiere crear a una raza de superseres apareando a una mujer con un gorila llamado Eric.

    La película está dirigida por un Robert Florey que acababa de perder la oportunidad de dirigir 'Frankenstein' y que empapa la puesta en escena de trazas semiexperimentales y claroscuros expresionistas, sobre todo en lo relativo a la noche parisina, el laboratorio de Mirakle y una serie de aterradoras secuencias oníricas. El doctor loco se beneficia de la desquiciada interpretación de un Lugosi mucho más fino que en Drácula, y el tema sigue siendo hoy tan perturbador como en su día.

    La productora británica Hammer se dedicó en los sesenta y setenta a dinamitar el clasicismo de los monstruos de la Universal. Convirtió a Dracula en un depredador sexual alejado de la rancia aristocracia de Bela Lugosi, y a Frankenstein en un sociópata egomaniaco y sin escrúpulos que haría desmayar a los previos de Mary Shelley y la Universal. Nos detenemos en otro científico desnortado de la casa con esta maravillosa comedia negra de la Hammer tardía, dirigida por un finísimo Roy Ward Baker y en el que se plantea, con la habitual iconoclastia hipererótica de la productora, una reformulación de la novela original de Robert Louis Stevenson en el que el Dr. Jekyll se transforma… en una mujer.

    Hay, de hecho, otra película de la Hammer sobre el buen doctor, 'Las dos caras del Dr. Jekyll', que es una auténtica maravilla, un siniestro estudio sobre el origen del mal y en el que en el colmo de la perversidad, Mr. Hyde es muy atractivo. La Hammer de los setenta estaba para menos sutilidades y propuso en 'Dr. Jekyll y su Hermana Hyde' una contundente comedia negra bañada en una morbosa bisexualidad que sugiere que la dualidad que cohabita en el interior de todos no es la del bien y el mal, sino la de lo masculino y lo femenino.

    El profesor Xavier (no confundir con el popular megatelépata) da con un invento que puede cambiar el futuro devenir de la especie humana. Experimenta consigo mismo, y el resultado es una visión de rayos X que al principio se muestra útil e incluso divertida (puede diagnosticar enfermedades y ver a la gente desnuda), luego inquietante (contempla esqueletos andantes), incómoda (no puede dormir porque los párpados no le proporcionan suficiente protección en los ojos) y finalmente metafísica (en un tramo final con mucho en común con la conclusión de 'El increíble hombre menguante', Xavier comienza a ver más y más, hasta contemplar los límites del cosmos y de la propia naturaleza humana).

    Extremadamente económica, sencilla y directa, esta película del maestro de la serie B Roger Corman es recordada, junto a los 'Frankestein', como el paradigma del científico que desafía a Dios en su ansia de conocimiento y es castigado por su arrogancia con una versión extrema de su revolucionario invento.

    El hombre invisible no ha sido especialmente bien tratado en sus trasvases a la gran pantalla, pese a que la película de James Whale para Universal sigue estando considerada como un clásico. Estamos ante otro prototipo de comportamiento netamente mad doctor, y uno de los más fascinantes: el científico que empieza su trabajo y sus descubrimientos con buenas intenciones, incluso a veces con intenciones encomiables y en busca del bien común, y cuando tiene éxito se vienen arriba y caen las máscaras; tras el buen doctor se ocultaba un egomaniaco que solo quiere conquistar el mundo. El hombre invisible es uno de los casos paradigmáticos en ese sentido, y pocos supieron entenderlo con tanta crueldad y mala leche como Paul Verhoeven en 'El hombre sin sombra'.

    Pese a no contarse de los grandes clásicos del director de 'Robocop' (sus desencuentros con la productora son los que le llevaron a apartarse de Hollywood), la crueldad, el humor negro y, sobre todo, la chifladísima interpretación de Kevin Bacon como el científico que descubre un suero de invisibilidad y el poder en sus manos (invisibles) le hace perder el juicio, dan pie a una película muy ácida y malvada.

    Uno de los primeros científicos locos abiertamente aterradores y diabólicos: el dr. Moreau de 'La isla de las almas perdidas', interpretado con ambigua suavidad de reptil por Charles Laughton, es aún hoy uno de los personajes más inquietantes de la ciencia-ficción. Entre otras cosas, por los paralelismos con las futuras teorías nazis sobre la vivisección y otras perrerías, lo que le convirtió en un adelantado de la cara más oscura de la maldad humana.

    'La isla de las almas perdidas' se basa, no obstante, en una visionaria novela de Herbert George Wells en la que un naufrago llega a una isla donde un misterioso científico experimenta con la creación de una raza mixta de humanos y animales, que se acaban organizando en una tribu con sus propias reglas. Profundamente simbólica y aterradoramente acertada en los dislates que la ciencia real nos tenía guardados, 'La isla de las almas perdidas' (pese a que no le gustaba a Wells, que siempre la vio como una perversión hollywoodiense de su sofisticada parábola social) es un auténtico clásico de la ciencia tronada.

    • Shutter Island. En el verano de 1954 dos agentes judiciales son destinados a una remota isla del puerto de Boston para investigar la desaparición de una peligrosa asesina que estaba recluida en un psiquiátrico.
    • Múltiple. A pesar de que Kevin (James McAvoy) le ha demostrado a su psiquiatra de confianza, la Dra. Fletcher (Betty Buckley), que posee veintitrés personalidades diferentes, aún queda una por emerger decidida a dominar a todas las demás.
    • Una mente maravillosa. Russel Crowe interpreta a John Forbes Nash Junior, un genio de las matemáticas que logra superar un esquizofrenia paranoide y consigue el Premio Nobel en 1994.
    • El club de la lucha. Un joven harto de su vida lucha contra el insomnio y, en un viaje de avión, conoce a un vendedor de jabón que sostiene la teoría de que la perfección es cosa de débiles y que sólo la autodestrucción puede hacer que la vida merezca la pena.
  3. Cuando Bud se ve obligado a hacer un trato turbio, Lou intenta llegar a un acuerdo con el fiscal del distrito, no obstante termina acusado de homicidio. Reparto: Bud Abbott, Lou Costello, Gigi Perreau, Rusty Hamer, Mary Wickes, Ted de Corsia, Ron Hargrave, Frank Wilcox, Sherry Alberoni, Eddie Marr, Richard Reeves, Robert Shayne, Walter Reed ...

  4. La Cordura del Locos - Equipo / Reparto: Dirección: Charles Barton, con: Bud Abbott (Bud Flick), Lou Costello (Lou Henry), Mary Wickes (Miss Mayberry), Rusty Hamer (Duffer), Gigi P... omdb Película al azar

  5. 3 de jun. de 2020 · Resultado de Entre la razón y la cordura. Sea como fuere, Entre la razón y la cordura contiene dos tramas que pugnan por el protagonismo de la película: la historia de Murray, interpretado por Mel Gibson, o la historia del desequilibrado doctor interpretado por Sean Penn; o si se quiere, entre la historia del Oxford English ...