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Los cristianos, llamados a transformar el mundo en Reino de Dios, lo hemos de hacer desde dentro del mismo mundo y de su historia. Es la ley de la encarnación señalada por el mismo designio salvador de Dios, que, para rescatar al hombre, «plantó su tienda entre nosotros».
- Abbá, Padre
Capítulo IV: La oración de los hijos. Capítulo V: Creer en...
- Volveré Junto a Mi Padre
Este camino de conversión lo realiza el hombre ejercitando...
- La Oración De Los Hijos
Y, mientras tanto, como hijos que han experimentado la...
- Abbá, Padre
25 de mar. de 2019 · Ante un mundo como el nuestro: ateo, materialista, agnóstico, que pasa de Dios como de algo que no le interesa, debemos optar por una fe recia y profunda. Sólo la experiencia profunda de Dios puede convencer.
1 de feb. de 2016 · No es posible creer en el Dios y Padre de Jesucristo al margen o huyendo de este mundo. Y la razón es bien clara: «Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo único» (Jn 3,16).
El mundo de la increencia puede ser visto como un desafío para la fe, que invita al creyente a ser creativo, abriendo nuevos caminos. Ante todo la increencia resulta una invitación a purificar la experiencia de fe. La fe vivida en el marco de la increencia está expuesta a la crítica.
Creer en un dios de nuestra propia creación es una fe inútil. Si nuestra creencia se ajusta a la realidad, debemos creer en Dios como se ha revelado a sí mismo: el Dios Trino que es perfecto, omnisciente, omnipotente, autosuficiente, inmutable, verdadero, fiel, misericordioso, santo y justo.
Cuando el creyente dice a Dios “yo creo en Ti”, está diciendo: “No estoy solo, Tú estás en mi origen y en mi destino último; Tú me conoces y me amas; no me dejarás nunca abandonado, en Ti apoyo mi existencia; nada ni nadie podrá separarme de tu amor y comprensión”.
cómo hemos de creer en estos tiempos de increencia (c. 6) y cómo anunciar al Dios de Jesucristo en un mundo en el que se van desvaneciendo la preocupación religiosa y el interés por una salvación eterna (c. 7).