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El Gato con Botas - Cuento de hadas de los Hermanos Grimm. Tiempo de lectura para niños: 11 min. Érase una vez un molinero que tenía tres hijos. A su muerte les dejó, por toda herencia, un molino, un asno y un gato. El reparto se hizo enseguida, sin llamar al notario ni al procurador, pues probablemente se hubieran llevado todo el pobre ...
El Gato con Botas [2] (Le Maître Chat ou le Chat botté, en francés) es un cuento popular europeo recopilado, en 1695, por Charles Perrault y publicado en 1697 en su libro Cuentos de antaño (Histoires ou contes du temps passé. Avec des moralités) [Nota 1] como Maese Gato o el Gato con Botas. [3]
- Claude Barbin
- Cuento
- Le Maître Chat ou le Chat botté (Francia)
Cuento tradicional: El Gato con Botas Érase una vez un molinero que tenía tres hijos, a los que quería por igual. Sin embargo, el molinero era muy...
Cuentos infantiles clásicos: Hans Christian Andersen, los Hermanos Grimm, Charles Perrault, Cuentos clásicos españoles (Pardo Bazán, Fernán Caballero, Bécquer, Larra), Anónimos. Destacados: El traje nuevo del emperador, Rumpelstikin, La bella durmiente, Cenicienta, El gato con botas, Caperucita, Pulgarcito, La oca de oro...
como había hecho con el conejo de campo. El rey recibió con agrado las dos perdices, y ordenó que le diesen de beber. El gato continuó durante dos o tres meses , llevando al rey obsequios de parte de su amo. Un día supo que el rey iría a pasear a orillas del río con su hija, la más hermosa princesa del mundo, y le dijo a su amo:
Resumen. Un pobre molinero fallece dejando como única herencia al pequeño de sus hijos un gato. El joven decide quedarse con él y éste le promete que si confía en él y le consigue un par de botas y un saco, saldrán de la pobreza. El astuto gato se hace pasar por siervo de un gran marqués impresionando con sus regalos al rey.
El gato con botas. Había una vez un molinero pobre que cuando murió sólo pudo dejar a sus hijos por herencia el molino, un asno y un gato. En el reparto el molino fue para el mayor, el asno para el segundo y el gato para el más pequeño. Éste último se lamentó de su suerte en cuanto supo cuál era su parte. - ¿Y ahora qué haré?