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1 Samuel 1:2-4. Nueva Traducción Viviente. 2 Elcana tenía dos esposas: Ana y Penina. Penina tenía hijos, pero Ana no. 3 Cada año Elcana viajaba a la ciudad de Silo para adorar al Señor de los Ejércitos Celestiales y ofrecerle sacrificios en el tabernáculo.
En la antigua ciudad de Ramá, vivían dos mujeres llamadas Ana y Penina. Ambas eran esposas de un hombre justo llamado Elcaná. Pero, aquí es donde surge la primera diferencia entre ellas. Penina tenía hijos, mientras que Ana, a quien Elcaná amaba profundamente, no los tenía.
La historia de Penina en la Biblia se hizo conocida principalmente por su enemistad con Ana, la otra esposa de Elcana. Según el texto bíblico, Ana y Penina tenían hábitos opuestos. En verdad, Penina a menudo se burlaba de Ana por su esterilidad.
1 Hubo un varón de Ramataim de Zofim, del monte de Efraín, que se llamaba Elcana hijo de Jeroham, hijo de Eliú, hijo de Tohu, hijo de Zuf, efrateo. 2 Y tenía él dos mujeres; el nombre de una era Ana, y el de la otra, Penina.
La historia de Ana y Penina es una de las más conocidas de la Biblia. Ana era la esposa de Elcana, pero no podía tener hijos, mientras que Penina sí tenía hijos. La historia cuenta cómo Ana le pidió a Dios un hijo y finalmente dio a luz a Samuel, quien se convirtió en uno de los grandes profetas de Israel.
La historia de Ana enseña la importancia de la fe y la perseverancia. Incluso en medio de la adversidad y la infertilidad, Ana se negó a perder la esperanza y continuó confiando en Dios. Su historia es un testimonio de que Dios escucha y responde las oraciones de aquellos que le buscan.
1 Había un hombre de Ramataim-zofim, de la región montañosa de Efraín, el cual se llamaba Elcana. Era hijo de Jerojam, hijo de Elihú, hijo de Toju, hijo de Zuf el efrateo. 2 Y tenía dos mujeres: Una se llamaba Ana y la otra Penina.
