Yahoo Search Búsqueda en la Web

Resultado de búsqueda

  1. John Keats. Una paloma tuve muy dulce, pero un día. se murió. Y he pensado que murió de tristeza. ¡Oh! ¿Qué le apenaría? Sus pies ataba un hilo. de seda, y con mis dedos lo entrelacé yo mismo. ¿Por qué morías, tú, de pies lindos y rojos?

  2. La paloma - Poema de John Keats. LA PALOMA. Una paloma tuve muy dulce, pero un día. se murió. Y he pensado que murió de tristeza. ¡Oh! ¿Qué le apenaría? Sus pies ataba un hilo. de seda, y con mis dedos lo entrelacé yo mismo. ¿Por qué morías, tú, de pies lindos y rojos? ¿Por qué dejarme, pájaro tan dulce? ¿Por qué? Dime.

  3. Poema publicado el 10 de Noviembre de 2008. Una paloma tuve muy dulce, pero un día. se murió. Y he pensado que murió de tristeza. ¡Oh! ¿Qué le apenaría? Sus pies ataba un hilo. de seda, y con mis dedos lo entrelacé yo mismo. ¿Por qué morías, tú, de pies lindos y rojos? ¿Por qué dejarme, pájaro tan dulce? ¿Por qué? Dime.

  4. La paloma, de John Keats. Una paloma tuve muy dulce, pero un día. se murió. Y he pensado que murió de tristeza. ¡Oh! ¿Qué le apenaría? Sus pies ataba un hilo. de seda, y con mis dedos lo entrelacé yo mismo. ¿Por qué morías, tú, de pies lindos y rojos? ¿Por qué dejarme, pájaro tan dulce? ¿Por qué? Dime. Muy solito vivías en el árbol del bosque:

  5. RESUMEN: El artículo analiza los poemas “La paloma” de John Keats y “Date a volar” de Alfonsina Storni, a través de los símbolos de la paloma y el árbol (o árboles). Junto al estudio comparado de ambos textos, se adentra en el uso diverso y casi.

    • Braulio Fernández-Biggs
  6. La paloma de John Keats. Una paloma tuve muy dulce, pero un día. se murió. Y he pensado que murió de tristeza. ¡Oh! ¿Qué le apenaría? Sus pies ataba un hilo. de seda, y con mis dedos lo entrelacé yo mismo. ¿Por qué morías, tú, de pies lindos y rojos? ¿Por qué dejarme, pájaro tan dulce? ¿Por qué? Dime. Muy solito vivías en el árbol del bosque:

  7. John Keats: La paloma. La paloma: Poema de John Keats en español fácil de leer. Una paloma tuve muy dulce, pero un día se murió. Y he pensado que murió de tristeza. ¡Oh! ¿Qué le apenaría? Sus pies ataba un hilo de seda, y con mis dedos lo entrelacé yo mismo. ¿Por qué morías, tú, de pies lindos y rojos? ¿Por qué dejarme, pájaro ...