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Debido a la prohibición del Papa Sixto V de usar en la ciudad de Roma una campana para llamar a sus sirvientes, ya que era un privilegio reservado a sus cardenales, Don Enrique de Guzman, embajador del Rey Felipe II en el Vaticano, decidio llamar a sus criados a cañonazos. Ante tan contundente método, el pontífice ordeno que Don Enrique de Guzman retomase el uso de la campana para quitar el escándalo y el temblor que en Roma se causaba el disparo del cañón. Desde entonces usaron los embajadores
27 nov 2023
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